>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

El debate “real”

Supongo que Pablo Iglesias no tendrá interés en presentarse a las elecciones ni en sacar votos. Supongo que no le importará, incluso, no obtener representación parlamentaria o conseguir menos apoyos de los previstos. Imagino que estará al margen de lo que van diciendo las encuestas sobre la intención de voto para Podemos. Lo digo ahora porque llegado el momento espero que no celebre su triunfo con los compañeros en una noche electoral, como sí hizo el 25 de mayo del año pasado. Entonces, Iglesias dijo a quienes le jaleaban por el sorprendente ascenso: “por ahora nosotros no hemos cumplido el objetivo de superar a los partidos de la casta”. Y me pregunto por qué se plantean como objetivo sacar tantos votos como para superar a “la casta” si, como dijo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el debate real no está en las Cortes sino en la calle. ¿Pretende llevar el debate real a las Cortes o la soberanía nacional a la calle?

Si lo que dice es cierto, su éxito no está en las urnas sino en las plazas; su objetivo no es ganar las elecciones sino las manifestaciones y su lugar no es el parlamento sino la televisión. De hecho allí es donde retaba a Rajoy.

Es lo que este tipo de discurso llama el “debate real”. Consideran, de ese modo, que el existente es irreal. Según eso, lo sucedido estos días en el Congreso de los Diputados es una representación alejada de la gente, de la calle y de la realidad. Sin embargo, Rajoy, Sánchez, Garzón o Díez están en la tribuna porque detrás de ellos hay diez millones de personas; casi siete; más de millón y medio, o en torno a un millón, respectivamente. En definitiva casi 20 millones, de un total de 24,5 millones de votos emitidos. Frente a eso, Iglesias defiende que 1.200.000 españoles que le respaldaron en las Europeas representan más el debate de la calle que el desarrollado entre quienes depositaron su confianza en los partidos clásicos. ¿Tiene razón? Es cierto que muchas veces nos sentimos alejados de las preocupaciones de “la casta”. Jugar al Candy Crush mientras se debate sobre el empleo es estar muy lejos de la realidad. Pero, aun con todos sus defectos, son muchos quienes sienten que los “portavoces” de esos 20 millones de votantes les representan más que un millón de personas en la Castellana. ¿Por qué es más fiable la calle si también en ella puede gestarse una casta de intereses poco claros? Es verdad que “la casta” aún se muestra insensible a la realidad de los ciudadanos pero es mejor la lentitud de reflejos ante el cambio que la prepotencia de quien cree saber lo que quieren los demás sin preguntárselo. Iglesias debería asumir que representa a quienes están en una acera de la calle pero que hay más gente, igualmente recelosa hacia la casta, que está en la de enfrente. No es más real él que quienes exigen cambios a sus representantes. En el Congreso.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728