El mayor riesgo ante el terrorismo no está en sufrir un disparo en la nuca o una navaja en la garganta sino en creerse lo que dicen. Sus argumentos son las excusas que se buscan a posteriori para justificar los actos decididos a priori. Y esos actos solo son los propios de un sofisticado Christian Grey del terror: dominio. Lo que buscan es poder y algunos locos, autoafirmación, a base de humillar y doblegar. O sea, lo que ha regido la Historia de la Humanidad desde su origen.
Que ese ánimo de conquista se recubra de razones religiosas no tiene más objetivo que ser incuestionable. A la divinidad no se le tose, por tanto solo cabe aceptar a aquellos que dicen hablar en su nombre. Lo digo porque todo esto que estaba clarísimo con ETA, parece no estarlo tanto cuando se trata de yihadistas. Si dicen que nos castigan por estar en Iraq, se nos olvida que a Francia la castigaron por aprobar una ley del velo y recientemente por una revista satírica. E incluso que nosotros sacamos las tropas de Irak y sin embargo, las Fuerzas de Seguridad siguen desarticulando, hasta la fecha, células salafistas dispuestas para atentar.
Cuando pretenden convencernos de que quieren recuperar Al Andalus nos creemos que en efecto el mundo empieza en el 711 y no pensamos, ni por un momento, que estos insufribles iletrados desconocen lo que fue aquello. Si el Estado Islámico hubiera existido entre los siglos VIII y XV, hubieran declarado infieles a Abderramán y al mismísimo Boabdil. ¿Permitir que judíos y cristianos convivieran en un mundo islámico como si tal cosa? ¡Herejía!
Viéndoles destruir los vestigios de civilizaciones anteriores se comprueba cómo su discurso no se sostiene. Por eso han de usar las armas, para que no se desmorone. Esas civilizaciones no iban contra el Islam, simplemente no lo conocieron. Los que sí fueron contra el Profeta fueron los que adoraban la Kaaba como templo politeísta. Y el Profeta no lo destruyó sino que lo transformó. Esa es la lección que no aprendieron los cachorros incultos de ISIS. La destrucción de ciudades asirias, además de intentar sembrar el miedo, pretende acabar con la realidad en lugar de partir de ella para reconstruirla. Es una constante en todos los extremismos religiosos e ideológicos pero la verdad acaba imponiéndose. Pueden intentar eliminar cualquier vestigio de la preexistencia pero algún día un meteorito desvelará la realidad: hay mucho universo ahí fuera que no existe por ellos ni a su servicio. Lo malo será que para llegar a esa conclusión, como sucediera tras el intento de re-crear el mundo de Hitler, de Stalin o de Mao, habrá que ver mucha sangre derramada. El Estado Islámico pretende convertir el mundo entero en un campo de reeducación o exterminio y lograr un genocidio global. Resistirse a ello es luchar contra Napoleón o contra el Führer. En Waterloo o Stalingrado.