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María José Pou

iPou 3.0

Manifestación global

No es nuevo ver en la cabecera de una manifestación a un jefe de gobierno, a líderes políticos, representantes sindicales o figuras intelectuales de un país. Lo que es novedoso y se está convirtiendo en una costumbre –buena costumbre- es que encabecen una protesta dirigentes de varios países. Lo vimos con los atentados de París contra la revista Charlie Hebdo y contra un supermercado judío. Lo acabamos de ver también en Túnez, tras el ataque al Museo del Bardo. En ambos casos, estaba el presidente francés Hollande, junto a Merkel y Rajoy en la capital francesa o junto a Mahmud Abás, el presidente de la Autoridad Palestina, ayer en la de Túnez. En este caso, la presencia española era la del ministro de Exteriores, García Margallo.

Es cierto que ese tipo de gestos tienen su cuota de interés particular pues todos los dirigentes son sospechosos de aprovechamiento electoral en cada paso que dan. Nos han acostumbrado a ello durante décadas. Sin embargo, y aunque ése sea el objetivo prioritario de un político, conviene mantener la pauta y lograr que la manifestación sea unitaria y la protesta, común. El terrorismo se rige por su imagen. Sus actos, siempre pero sobre todo en un entorno global y lleno de pantallas, están diseñados para causar daño a través de una foto, un vídeo y un retuit. Esas son sus verdaderas armas, no solo las que disparan o estallan. Por eso, el modo de hacerle frente no puede ser únicamente la actividad de las Fuerzas de Seguridad sino una imagen constante de unidad por parte de los ciudadanos y de estos con sus políticos y líderes religiosos. Unidad que ya no se queda en las fronteras del país dañado sino de todos los “primos de Zumosol” de su entorno. Ése es el salto cualitativo. Hoy no es concebible que en la protesta por el 11-S en Nueva York, el 7-J en Londres o el 11-M en Madrid, estuvieran solos el presidente de los Estados Unidos, el Primer Ministro británico o el presidente español. Hoy esas citas tendrían a dirigentes franceses, alemanes, italianos o belgas acompañando a sus colegas. Si el terrorismo se ha hecho global, su rechazo ha de serlo también. Global y transversal, esto es, protagonizado por todos los partidos, todas las organizaciones sociales y todas las creencias religiosas. Como se hizo la semana pasada en el Parlamento Europeo donde se reunieron representantes de todas las religiones presentes en el continente para dar un mensaje común contra el uso de la violencia en nombre de Dios y para pedir a los eurodiputados y a la Comisión que promuevan el respeto y la convivencia. Un paso imprescindible es verles juntos a la cabeza de cualquier manifestación. En ese momento, más que nunca, nos están representando a quienes no podemos estar allí pero nos sumamos a la repulsa del terrorismo en todas sus formas y todos los territorios. Procedentes de un mundo global.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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