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María José Pou

iPou 3.0

La sesión golfa

Hay un anuncio de televisión en el que se representan escenas de engañabobos y se anima a comer palomitas para digerirlas mejor. En ellas, sus protagonistas se enfrentan a una engañifa –el novio que deja a la novia y el jefe que ignora al trabajador en su cara- y, ante el previsible discurso manido y falso que van a recibir, la marca sugiere contemplarla como un espectáculo y, por tanto, acompañarla de palomitas, tal y como harían en el cine o en el sofá de casa. Si van a contarte un cuento -viene a decir- por lo menos que sea entretenido.

Desde que lo vi por primera vez no puedo evitar recordarlo mientras leo noticias de la campaña electoral. O de la precampaña, o de los previos a la precampaña que ya es vivir en la previsión preanunciada anterior al inicio primero. O sea, en el punto en el que estamos. Marmota’s Day.

Así pues he decidido comprar maíz en el mercado y hacer palomitas en el puchero de barro a la antigua usanza para acompañar la lectura del periódico cada día. Es más sano que esos paquetes llenos de grasas trans para el microondas y mucho más llevadero que conocer, a palo seco, las promesas absurdas, innecesarias e imposibles de cumplir que nos hacen los candidatos y hasta los precandidatos. No sé por qué pensaba que a estas alturas ya no pretenderían que les votáramos regalándonos bingos, miles de puestos de trabajo, bonos comedor, limpieza anticorrupción, reforma de la reforma laboral, abono transporte hasta el infinito y más allá y las socorridas rebajas del IVA para pañales, libros, hamburguesas gourmet o “plastidecores” para los nenes. Ilusa de mí pensé que los partidos ya habían madurado y habían entendido que el tiempo de las promesas de colores que salen de una chistera de mago se correspondía con otra era geológica. Que ya no tendrían valor para insinuar siquiera que se nutren aún de engatusarnos continuamente. Veo que no y me dispongo, pues, a mirarlo con ojos de espectadora irreverente. ¿Se empeñan en hacernos creer que eso que podían haber hecho mientras tuvieron el poder y no hicieron lo harán cuando lo recuperen o lo mantengan? No hay palomitas para tanto cuento.

La única ventaja de ponerse en modo cinemascope es el beneficio para la salud de tomárselo todo con cachondeo, relax y palomitas bajas en sal. Es lo que tiene la fe. Que si uno se lo cree de veras, se lleva un disgusto enorme cuando no se cumple. Por eso solo conviene depositar la inocencia personal en valores seguros. Y esos, visto lo visto, no son ni los programas electorales ni los líderes políticos de nuestro entorno. De momento, pues, optaré por las pantuflas y el cinema-home. Es la forma de combatir esa larga campaña que anunciaba Pedro Ortiz en estas mismas páginas hace unos días. Con palomitas, se nos hará corta. Lo que nos vamos a reír, brother. Esto sí que va a ser una verdadera sesión “golfa”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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