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María José Pou

iPou 3.0

El presidencialista

Cuando cerraron Canal 9, supimos que todos veían la opresión pero nadie hablaba. Con el Gürtel, no había quien no conociera asuntos turbios en alguna administración, pero el miedo, la pereza o la connivencia tapaban todas las bocas. Ahora que Rus está tocado y tal vez hundido, resulta que todos sabían de chanchullos en la Diputación pero nadie lo advirtió. Los héroes son como los adivinos, buenos si actúan a priori; irrelevantes si aciertan después. El héroe no corre detrás del enemigo cuando persigue a los compañeros de filas. Él los encabeza. Por eso me produce hastío todos esos que hasta hace una semana no eran capaces de levantar la mano y pedir la vez para denunciar lo que ahora vociferan por las esquinas.

Entre todos esos, son mi debilidad los chivatos del “fuego amigo”, si es que ha sido así la revelación que han recibido algunos. Si son ciertas las grabaciones, lo que me provoca el interés no es tanto el proceder de los aprovechados –eso es infame pero un infame más de lo mismo- sino de quienes decidieron y organizaron la cosa para grabar sabiendo que no era legal ni podría utilizarse en un juicio. Supongo que les daba igual. En lugar de irse al juez de guardia y explicarle lo que sabían, para que éste solicitara escuchas o grabaciones con las garantías necesarias, decidieron invalidar la propia prueba de cara a un juicio. El que buscaban era el juicio sumarísimo del jefe y de los ciudadanos. El paralelo. Ese es el que cuenta porque quita y pone rey más que las togas.

De momento les ha salido bien sin que este reproche disculpe ni un gramo de la indecencia que parecen mostrar las famosas grabaciones. Han conseguido que Fabra señale la puerta de salida a Alfonso Rus. Solo queda saber en qué momento le dirá: coge tus cuchillos y vete. De momento, el entorno del afectado le acusa de presidencialista. Y no deja de ser curiosa la etiqueta y mucho más la admisión de que hasta ahora las cosas han funcionado así en el PPCV pero no deben continuar haciéndolo. El Consell, por su parte, se defiende matizando el sentido del presidencialismo. ¿Es acaso –dice Catalá- tomar decisiones que le competen al presidente? No parece que eso sea abusar de su condición, concluye. Resulta que tiene razón. ¿Es presidencialista el presidente que actúa? ¿Ha cambiado el PP su estructura por los círculos de Podemos? No hay noticia de ello. Lo que están haciendo los críticos es asimilando presidencialismo y autoritarismo para su propio beneficio. Presidencialista es la estructura. Autoritario, el comportamiento. El cambio parece estar en el parapeto que evita la responsabilidad en el que manda. Antes, los órganos consultivos donde se siempre diluye ésta. Ahora, los estatutos y normas internas que pueden dilatar procesos. La cuestión es echar balones fuera. Si el presidencialismo es limpiar, ¡Cenicienta for president!

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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