>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

La trituradora

Cuenta el personaje de Bárcenas en la obra que se está representando en Valencia, que cuando le llevó a Rajoy un listado con pagos en B, aquel se limitó a meterlo en la trituradora de papel y hacerlo desaparecer. El gesto, de ser cierto lo que recogen los interrogatorios del juez Ruz, es representativo del principal miedo que sufre cualquiera que haya cometido un acto ilícito: que se sepa. No es el único. Muchas veces, lo que preocupa a quienes van a 150 por la carretera no es el riesgo que corren y hacen correr sino que les pillen. Lo mismo a quien defrauda, quien miente, quien sisa o quien copia en un examen. No les quita el sueño una acción insolidaria, injusta y engañosa –si así fuera, no lo harían- sino simplemente que les descubran. Por eso no debería extrañarnos que también a otros niveles se hagan esfuerzos enormes por no dejar rastro. Lo malo es que cuando alguien comete estas tropelías solo tiene dos “seguros”: que lo nadie lo vea y que no tenga que compartirlo. Por el contrario, la obra-docudrama del Talía muestra que el ir y venir de entradas y salidas masivas de billetes de quinientos en un partido político requiere demasiada gente. Y así no hay quien guarde un secreto.

Es lo que vemos con las grabaciones de los últimos días. Nunca mejor dicho. Imagino a más de uno utilizando las viejas técnicas de los espías en la Guerra Fría: no hablar por teléfono, comerse el mensaje una vez leído o escribir en clave con versiones modernas de Enigma. Nunca sabes quién va a estar pulsando al “rec”. En cualquier caso, volvemos a lo mismo. Lo grave es el comportamiento impropio, no que un compañero acusica se haga con pruebas de ello. Los ejemplos que llaman la atención, sin embargo, son aquellos que implican a colaboradores y nunca a quien manda. No niego que pueda haber un jefe honesto y a su alrededor revoloteen sinvergüenzas de toda calaña. Sin embargo, en ese caso, la responsabilidad también le afecta a él. Será muy honrado, sin duda, pero ha sido incapaz de ver y oler la porquería a su alrededor. No tranquiliza nada, pues, que acabe perjudicado solo el “actor” de los hechos. Es posible que en términos legales sea el único responsable pero no en términos políticos. Hasta ahora hemos visto al “colaborador” pagar los platos rotos pero no hemos conocido que ninguno de los últimos responsables hayan asumido su error político al tenerlo de consultor, tesorero, organiza-fiestas o personal-shopper. Si los Bárcenas o los Pujol, los de Emarsa o los de Imelsa eran unos pillastres capaces de llevárselo a manos llenas, ¿qué les hizo pensar a quienes mandaban que no eran capaces de traicionarles? Y si lo hicieron, ¿qué promesas hay detrás de los silencios, medias verdades o documentación con cuentagotas? Si engañaron una vez, ¿por qué no pensar que lo siguen haciendo hasta cuando acusan, amagan o callan?

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


mayo 2015
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031