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María José Pou

iPou 3.0

Estrategias kamikazes

Cuando se pospone el juicio de Fitur para después de las elecciones, unos callan y los otros ponen el grito en el cielo. Ahora que la Fiscalía ha abierto diligencias a Rita Barberá a cuatro días de la jornada electoral, quienes entonces callaban hablan de campaña y quienes se escandalizaban no solo no lo hacen sino que convocan una rueda de prensa para darle mayor difusión. En cualquier caso, flota en el aire la teoría de la conspiración, ya sea para considerar que la Justicia ampara al poder como para atribuirle el cerco en torno a él.

Que la Justicia tiene que actuar es obvio para todos. Ni puede dejar de hacerlo ni debe someter sus ritmos a los intereses de los grupos políticos. Ciertamente resulta curiosa la casualidad aunque con tantos frentes abiertos lo raro sería que no hubiera coincidido ningún paso en los procedimientos judiciales con la campaña electoral o con sus larguísimos prolegómenos. No obstante, los ciudadanos deberíamos permanecer alerta y no ceder nunca a la confianza ciega en quienes tienen nuestro favor, sobre todo por si pudiera tratarse, en efecto, de una campaña orquestada. Se me dirá que ha habido más que eso –unos- y que solo es fruto de una manera de actuar previa –los otros-, pero insisto en que se hace necesaria una reflexión acerca del uso interesado de cualquier cosa en tiempo electoral. Al empezar, debería leérsele a todo político una versión adaptada de lo que dice la policía estadounidense en cada detención: “todo lo que exista, y hasta lo que no exista, puede ser utilizado en su contra”.

Lo han hecho los políticos durante décadas. Cualquier inauguración, conferencia o circunstancia sobrevenida ha sido aprovechada por los futuros candidatos para hacer campaña. Aún hoy lo hacen. Y durante toda la legislatura. No basta, pues, prohibir actos claramente intencionados ni sondeos de opinión a pie de urna por no influir en el voto. Hoy en día todo influye y lo hace en cualquier momento. También una denuncia contra un líder o una serie de ellas contra varios al mismo tiempo. ¿Es ilegal? Por supuesto que no. ¿Es inmoral? No parece que lo sea. ¿Qué problema genera, pues? Ninguno, siempre y cuando el ciudadano no se deje engañar. Lo grave no es que la Justicia actúe en vísperas electorales, lo grave es que tenga motivos para hacerlo. Ahora bien, jugar con toda la artillería, aunque la mitad sea de fuegos artificiales, es una estrategia legítima pero digna de ser descubierta por parte del electorado. En cualquier caso, de ser cierta esa orquestación solo tiene un riesgo y no es menor. Si el día 24 por la noche la cosecha no es histórica, las conclusiones son muy preocupantes para quien la diseñó. Después de Hiroshima, no podía seguir la guerra. Japón estaba hundido. Si sobrevive, habrá que reflexionar sin apasionamiento. Y no vale con decir que los ciudadanos somos tontos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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