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María José Pou

iPou 3.0

Política de picaflor

Es tiempo de revisar nuestro concepto de la fidelidad. No me refiero a la conyugal que está más que vapuleada sino a la política. Hasta ahora estábamos acostumbrados, por parte del elector, al voto fiel al partido de siempre y, por parte del elegido, al pacto estable entre dos fuerzas afines. Ambas relaciones se mantenían, con sus más y sus menos hasta el fin de la legislatura, esto es, hasta que la urna nos separe.

Sin embargo, con el fin del bipartidismo o lo que sea esto que estamos viviendo, parecen haber cambiado mucho las relaciones entre fuerzas políticas y entre éstas y los votantes. Ahora son tiempos de picaflor, hoy, contigo y mañana, con el vecino. Con toda naturalidad. Sin pudores ni remilgos de ursulinas. El amor libre se ha instalado en la vida política. Ayer mismo lo vimos en el contexto parlamentario cuando el PSPV apoyó a Ciudadanos y no a Podemos para la Mesa de les Corts a pesar del apoyo de estos al nuevo presidente de la Cámara, Colomer. En apenas unos días, el PSPV se ha marcado un baile con Compromís, para el ayuntamiento de Valencia; con Podemos, para la presidencia de les Corts, y con Ciudadanos, para la Mesa del parlamento valenciano. Parece que va a ser la pauta del nuevo tiempo político. En lugar de pactos estables que solo se rompen en caso de grave incumplimiento de los “votos” iniciales, vamos a asistir a apoyos concretos en temas de interés particular. Relaciones esporádicas sin compromiso. Amigos con derecho a roce. O como diría la Real Academia en la última edición del diccionario, “amigovios” que es la forma americanista del “follamigo” peninsular. Son cosas del presente, tan alérgico al largo plazo que no acepta más compromiso de permanencia que el vinculado al euríbor, y por imperativo legal.

Es inusual pero no necesariamente perjudicial. Se trata de cambiar la expectativa. Ya no debemos esperar la fidelidad de la relación duradera sino solo la lealtad de no ocultar la existencia de otra relación nueva y más interesante que desplaza a la anterior. No tendría que ser un problema si de verdad lo que primara fuera eso que algunos mencionaron en su redundante juramento de ayer, servir a los intereses de los valencianos. Lo malo es que resulta difícil especificar cuáles son estos y quién lo decide y en consecuencia pueden ser definidos de manera distinta cada media hora o atribuirles lo que no deja de ser interés de una persona o de un colectivo. ¿Es interés de los valencianos el “cinturón sanitario” contra el PP que es como decir contra cientos de miles de valencianos? ¿Lo es eliminar un ágape institucional? Como símbolo vale pero lo que interesa saber es qué van a hacer quienes gobiernen para erradicar la necesidad de comedores sociales. Incluida la renuncia a planteamientos ideológicos caros, innecesarios y al servicio de intereses ajenos a los valencianos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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