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María José Pou

iPou 3.0

El pitufo gruñón

No creo que Pablo Iglesias haya leído a Ramón Reig, aunque le vendría bien hacerlo. Sobre todo, después de haber usado la misma imagen del “pitufo gruñón” -con la que Reig tituló uno de sus últimos libros- para referirse a la molesta Izquierda Unida. En “El pitufo gruñón”, publicado hace un par de años, el comunicólogo Ramon Reig jugaba con la existencia de un polizón en su sesera que iba dictándole, con muy mala baba, pensamientos destroyer sobre todo lo conocido: el periodismo, la televisión, la universidad, la medicina o la política. Cuando hablaba de los políticos, de hecho, decía que se han vuelto imbéciles “para captar votos o compradores” y, cuando se refería a la izquierda radical, aseguraba que “para ser revolucionario no hay que estar dentro de la clase obrera ni presumir de obrero” porque, en el fondo, los obreros quieren aburguesarse.

El libro tiene mucho de vendetta descreída contra todo y contra todos pero, más allá del tono agrio, hace afirmaciones que dan en el clavo de muchas realidades actuales. Por ejemplo, esa finalidad universal de captar: compradores, lectores, clientes, votantes o contribuyentes. El caso es conquistar públicos que nos ayuden a enriquecernos.

Esa es la sensación que produce el gran disgusto de los “Podemitas” hacia la iniciativa de IU para comerles terreno bajo el paraguas de “Ahora en común”. Tal y como señala Reig, la izquierda radical está intentando disfrazarse de moderada porque sabe que su público no está en la clase obrera. Iglesias no habla a los mineros de León. Habla a los universitarios de Madrid. No busca el aplauso de los pescadores de Sanxenxo sino de los médicos de la marea blanca de la capital. Y la razón, como apunta Reig en su libro, no es una cuestión de principios o de conciencia sino un mero cálculo electoral. Podemos sabe que la izquierda tiene un techo y que Izquierda Unida lo está sufriendo en sus carnes. Por eso no ha crecido más ni tiene perspectivas de hacerlo. Porque a su izquierda no había nada y a su derecha estaba el PSOE. Iglesias, que es profesor universitario, no obrero, sabe que la Moncloa es un regalo del centro, no de las alas extremas. Y a él se dirige, aunque todos sepamos que su sustrato ideológico nada tiene que ver con los postulados del lado más izquierdoso del PP. A Podemos le preocupa que se logre lo que de verdad podría hacer frente a un PP unido: una izquierda moderada y fuerte. Ellos no son ni moderados ni tan fuertes como querrían. No son el Frente Popular, ni España es la de entonces, aunque les encantaría y tienen algo de germen. Quien puede conseguirlo, como ya lo hiciera en los 80, es el PSOE por sí mismo o con el apoyo de los partidos de izquierda, pero eso supondría regalar su éxito a “la casta” y su protagonismo, a Pedro Sánchez. Y, sinceramente, me cuesta menos visualizar lo primero que lo segundo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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