>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

Senyeras en la catedral

El problema de la historia europea es que, tras dos mil años de Cristianismo, está absolutamente impregnada de motivaciones religiosas. No me escandaliza ni me preocupa que el alcalde de Valencia anuncie que no participará en ceremonias religiosas con motivo del 9 d’octubre. No es su papel ni espero un acto de hipocresía de quien se dice no creyente. Es coherente con sus convicciones. Como lo es que las celebraciones de la recuperación del autogobierno en Valencia tengan un sentir exclusivamente político y social.

Lo malo es que el 9 d’octubre se recuerda el nacimiento de un reino por oposición a otro. De un reino cristiano, el de Jaume I, en sustitución del musulmán, el de Zayyan. De una conquista que no pretendía independizarse de un estado opresor sino recuperar las tierras para la fe verdadera, que no era la islámica. El triunfo de Jaume I y de sus coetáneos tenía una marcada impronta religiosa. Solo así se entiende el empeño, la constancia y la encomienda a la Virgen y a todos los santos. Solo así tiene sentido que el primer acto tras entrar en la ciudad fuera un Te Deum, el agradecimiento a Dios por la protección conseguida para lograr el triunfo. Valencia, como sucedió en otros lugares, se construyó frente al moro. Es cierto que en la actualidad ya no aparecen mezcladas las referencias políticas y religiosas ni los grupos dominantes son necesariamente devotos de misa diaria pero equilibrar el recuerdo y la laicidad, la memoria y el presente, no resulta fácil.

A ese dato hay que añadir la sensibilidad religiosa de muchos valencianos. En ese caso no hablamos de pasados sino de actualidad. Los països valencians podrán ser laicos pero el reino de Valencia era cristiano. Y aunque es verdad que la sociedad cambia y ya no vive con la misma convicción ni siquiera su fe, todavía hay quien da gracias a Dios cada 9 de octubre por el triunfo del rey Jaume; cada día de la madre se encomienda a la Maredeueta y cada solsticio de primavera pide protección a San José. No quiere esto decir que sea inamovible una realidad que por sí misma es cambiante sino que se requiere tacto, plazos, pedagogía y mucha paciencia. A nadie puede extrañar que el alcalde no entre en la Catedral pero sí puede perturbar que no lo haga la Real Senyera. Entiendo que es el tiempo de las medidas más duras para que haya plazo de asimilación y hábito antes de las próximas elecciones, pero crear enfrentamientos, fricciones y conflicto social de forma gratuita no es una buena política. No es necesario fraccionar a la sociedad valenciana para demostrar que hemos inaugurado un nuevo tiempo, aunque algunos hayan jugado a eso durante años con tal de tomar o mantener el poder. La gran lección de la nueva política es su capacidad para dialogar y ser representante de todos. También de quienes quieren ver a la Real Senyera en la catedral.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


julio 2015
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031