>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

El profe Estado

La autoridad moral desde la que suele hablar la izquierda hace que insistan mucho en las medidas pedagógicas. No les quito valor, en absoluto, pero consiguen hacerme sentir incómoda. Me parece un gesto de paternalismo, como el del policía que no multa a un adolescente gamberro pero sí le pasa un brazo por los hombros y le explica las consecuencias de sus actos: “espera, que voy a explicarte cuatro cosas”. Y la charla termina con un “¿lo has entendido bien?”.

La presentación de la gratuidad de los libros de texto por parte de la consellería de Educación incluyó ayer una referencia de ese tipo. Es muy buena idea. Los libros se financian públicamente pero de alguna forma se tienen “en préstamo”. Así, una familia se garantiza el 100% de devolución de lo gastado hasta 200 euros si, al final de curso, entrega los libros en buenas condiciones. La lección es para todos: para el niño, que aprende a tratar bien el material escolar, y para la familia, porque se responsabiliza de lograrlo. Nada que objetar, salvo la universalidad. La subvención debería corresponderse con la escasez de recursos; no debería tener valor universal. Y si lo tiene, que extiendan el criterio a todos los ámbitos: el acceso a las medicinas, las ayudas a la compra de vivienda o la atención a la discapacidad. Que sea generalizado, no en función del poder adquisitivo. Lo malo es que eso no lo soporta el sistema y, puestos a elegir, nada mejor que un colectivo altamente sensible. Nunca mais manifestaciones en Luis Vives. Nunca mais.

La pedagogía, pues, también se hace con la sociedad en su conjunto. Es una lección moral básica: así se actúa bien, así se actuaba mal. Aunque fuera más eficiente. Sucede lo mismo con la decisión de imponer la velocidad de 30 kilómetros por hora en el centro. Es una magnífica idea. Es necesaria y reivindica la ciudad para las personas y no para los vehículos. No llega al sistema londinense de cobro por entrar en el centro, pero es un primer paso en la buena dirección. Las ciudades deben ser sobre todo para los ciudadanos, para pasearlas y para andar a paso humano. Sin embargo, si ya no se cumplía la norma en las ciclocalles que existían, aun bajo amenaza de multa, la carencia de coerción remata la invitación al incumplimiento. Es hacer pedagogía, excelente en una localidad pequeña pero ineficaz en una grande; útil en un periodo largo pero invisible en una legislatura. ¿Por qué han tomado las aceras algunos ciclistas irresponsables? Porque saben que no les multarán. Es cierto que se puede dar otra respuesta: porque falta pedagogía, falta crear conciencia. De acuerdo, pero la multa también enseña. Como el suspenso. Como la retirada de puntos del carné. Como el recargo en un recibo. La falta de normas y de consecuencias negativas de su incumplimiento hace a los niños tiranos. Eso lo sabe bien cualquier maestro.

Temas

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


septiembre 2015
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930