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María José Pou

iPou 3.0

La modelo gorda

Lo más asombroso de la polémica en torno a la modelo Gigi Hadid no es que le hayan llamado “gorda” con unas medidas de 64-87-89 ni que se la rifen algunos grandes diseñadores aun no cumpliendo el canon establecido. Lo realmente llamativo es que con solo veinte años se haya enfrentado con tanta valentía a todo un sistema opresivo y deshumanizado como es el de la moda. Por mucho que las grandes empresas se desmarquen de la promoción de los trastornos alimentarios cumpliendo los mínimos legales, siguen favoreciendo un clima asfixiante para niñas y jóvenes que no se someten a sus dictados. Algunos de sus personajes más célebres como el modisto Karl Lagardfel serían perseguidos y condenados socialmente si sus comentarios se refirieran a creencias religiosas, orientaciones sexuales o aficiones de quienes son objeto de sus críticas. Si en lugar de reírse de las gordas lo hubiera hecho de las musulmanas, de las lesbianas o de las jugadoras de baloncesto, habrían salido en tromba miles de personas a defenderlas. En cambio, ha insultado durante años a las mujeres obesas sin intención de retractarse, disculparse o tener un mínimo respeto por ellas y nadie de su industria le ha tosido. Por eso parece imposible que una modelo tan joven se atreva a levantar la voz ante la gran hipocresía que la envuelve.

La obesidad, aun siendo un problema creciente en las sociedades occidentales, es el último espacio de discriminación que queda impune en nuestro entorno. Los otros, al menos, reciben el rechazo social, cuando no el penal. Hoy no se recibe igual un chiste sobre gordos que sobre discapacitados, homosexuales o referidos a colectivos profesionales. Si alguien se ríe de ellos, se arriesga a sufrir escarnio social. Un gran avance, sin duda, pero inexistente cuando se refiere a la obesidad. Reírse de un obeso en la calle, hacer de Falete mofa constante por su peso o mantener todos los estereotipos sobre la gordura en las series de televisión está legitimado. Ni las autoridades ni los colectivos de defensa de derechos civiles apoyan a un grupo de ciudadanos que sufren discriminación a diario. Se preocupan solo del extremo, la anorexia y la bulimia, pero no de los procesos que desembocan en ello y en los que la responsabilidad social está muy extendida. Hay bula para reírse de Falete por gordo pero no por homosexual. ¿Dónde está la diferencia: en el lobby, en un sistema sanitario que aún culpabiliza al obeso y no al gay, como antiguamente, o en una sociedad insensible que lo permite?

La industria de la moda no es el único lugar donde se desprecia al obeso y muchas veces ni siquiera son sus creadores o profesionales sino todos los papanatas que le rodean y viven del cuento. En cualquier caso es el momento de exigirle algo más y de apoyar a modelos como Hadid, envidia de muchas que se permiten el lujo de criticarla.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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