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María José Pou

iPou 3.0

Ahora en serio

Gobernar no es hacer gestos. Al menos, no es solo hacer gestos. La virtud de un gesto es su capacidad para explicar, de forma resumida y gráfica, algo que requiere muchas palabras y largos argumentos. Por eso se usa tanto en el ámbito político. Sin embargo, el gesto se queda hueco cuando solo se explica a sí mismo. Si no tiene contenido de referencia, es puro artificio.

El problema de los gestos es que el político crea que todo se resume en él. Ocurre con los inexpertos que nada saben de gestión política y reciben una buena dosis de estrategia para la persuasión de manos de un gurú. Sería soportable si fuese esporádico, esto es, si solo nos intentaran seducir con ellos en vísperas de unas elecciones. Entonces podríamos diferenciar el dato de su envoltorio. Ocurriría como en la televisión cuando vemos a un presentador promocionar un colchón o un seguro de vida. En una esquinita pone “publicidad” y diferenciamos lo que dice, de la noticia que nos acaba de dar sobre manifestaciones en Ankara. Con los políticos debería suceder lo mismo. El problema es que nunca quitarían el cartel.

Quizás es verdad que solo nos seducen cuando se aproxima una cita electoral, pero como vivimos en una campaña continua, no podemos distinguir la noche y el día; el periodo de gobierno y el de la carrera por el poder. Así, la sesión de control del próximo miércoles al presidente Puig no se queda lejos de las claves para el 20 de diciembre. Aunque se trate de una convocatoria nacional. Todo suma y todo resta, de modo que a los partidos locales les va mucho en cada aparición mediática. Será difícil analizar lo realizado cuando, fundamentalmente, han interpretado un papel. Pueden presumir de haber recuperado la dignidad con una comisión de investigación sobre el accidente de metro, pero ese tema ya está amortizado en términos políticos. Podrán decirnos que la apertura de puertas para que el pueblo se sienta partícipe de la vida política es una novedad, pero sus efectos ya están integrados. Ahora falta saber qué ocurre con los dependientes, con las guarderías, con los agricultores, con el pequeño comercio o con la producción audiovisual valenciana. Todo en profundidad, mucho más allá de cuatro arengas y cuatro fotos. A largo plazo. Ahora ya en serio.

En el ámbito nacional sucede lo mismo. Podrá salir Podemos con otro gesto para la galería, en esta ocasión, su negativa a acudir a la recepción del Rey con motivo del 12 de octubre. Conseguirán así acaparar la atención mediática, pero al ciudadano le interesa saber qué hará el PSOE si pacta con Podemos, hasta dónde llegará y qué sapo será capaz de tragar para verse en La Moncloa. Los gestos no dan de comer a la familia en paro, salvo para la foto. Tienen fecha de caducidad y los españoles, mala memoria. Así pues habrá que ponerse ya a trabajar en serio. Sin focos ni aplausos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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