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María José Pou

iPou 3.0

En carne viva

Desde hace años tengo la ligera sospecha de que hay determinados intereses detrás de algunos supuestos “descubrimientos” sobre la dieta. No se debe a mi personal convicción de que todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda, como cantaba Pata Negra, sino a la constante aparición en el mercado norteamericano de mensajes que cuestionan alimentos básicos de la dieta mediterránea. Ahora ha sido el jamón en el mismo pack que la carne roja, como si fueran equivalentes. Antes fue el aceite de oliva o la leche desde una reivindicación de las enzimas en un infumable best-seller a la que solo le faltaba terminar con un rotundo: ¡arriba la dieta asiática! Es una forma muy sutil de minar las bases de una forma de alimentación a la que no pueden cuestionar globalmente. La dieta mediterránea está reconocida en todo el mundo pero la producción de los alimentos que la sostienen se centra en Europa, como es lógico. No es un problema de convicción ni de salud sino de negocio. Si se lanza un mensaje sobre los perjuicios del aceite de oliva no se está atacando a las economías del sudeste asiático. Si eso se acompaña, además, con un libro presentado con una imponente campaña de marketing que no hace justicia a la calidad del contenido, parece que es difícil resistirse a aceptar sus presupuestos. Y se acaba dañando a la UE.

Uno de los puntos cruciales en la investigación científica es el origen de los fondos que la financian, ya sea sobre el uso de tabaco, los perjuicios de la contaminación automovilística o el consumo de carne roja. A priori concedemos crédito a organizaciones como la OMS y nada hace pensar que no hagamos bien. Sin embargo, a la vista de otros casos deberíamos ser especialmente críticos ante cualquier entidad o empresa que presente cualquier estudio, sondeo o análisis. En lugar de eso, repetimos sin dudar supuestos datos contrastados de una empresa de preservativos que nos habla de las costumbres sexuales de los españoles, de una multinacional del chocolate que nos habla de los beneficios del cacao o de una asociación de productores de cerveza que asegura fabricar la bebida más sana del mundo. No tiene por qué ser mentira nada de lo que digan pero eso mismo podríamos aplicarlo al resto de datos sobre la realidad. Sin embargo, los cuestionamos solo cuando proceden de los políticos y muy poco de estudios patrocinados por el sector interesado en sus resultados. Durante décadas lo vimos con los daños causados por el tabaco en estudios pagados por las empresas tabaqueras. El proceso, además, debería ser también recíproco. Aunque nos encante el jamón y creamos que atacar al ganado español es un daño a lo más profundo, los intereses económicos no deberían nublar la visión y negar lo que, sin duda, parece una recomendación sensata. Por mucha precampaña electoral que haya, conviene comer menos carne.

 

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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