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María José Pou

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Cheste en el mapa

Cheste está que se sale. Suele suceder en cada convocatoria pero, en esta ocasión, al interés habitual por el Gran Premio, se suma la polémica previa entre Valentino Rossi y Marc Márquez. Las motos han puesto a Valencia en el mapa durante el fin de semana. En este caso, en el mapamundi. El circuito de Cheste y la constancia en una programación razonable y pegada al interés del aficionado son un ejemplo de éxito en la celebración de una gran cita deportiva. Tanto es así que el gobierno de Puig, lejos de acabar con los denostados eventos deportivos, trabaja para mejorar las condiciones de las convocatorias de Cheste, aun con la sombra de otros circuitos rondando alrededor como buitres.

Con ello, el tripartito que cogió la bandera de los “grandes eventos”, como arma arrojadiza, está aceptando que los multitudinarios acontecimientos deportivos son una apuesta estratégica que no solo crea riqueza sino que impacta en la imagen de la Comunitat y la proyecta en todo el mundo. Es decir, se acoge a las tesis del PP. Es cierto que sus antecesores se equivocaron al hacer girar todo en torno a ese tipo de iniciativas y, sobre todo, al comenzar la casa por el tejado. Lo lógico es potenciar y engrandecer una convocatoria que tiene éxito y que se asienta en una afición consolidada. Esto es lo que sucede con las motos y el circuito de Cheste. Tomar esa referencia y multiplicarla, potenciar su imagen en el exterior y dedicar recursos públicos a mejorar un circuito que funciona es una política razonable y sólida, aunque pagar una cantidad desproporcionada con tal de quitárselo a otros circuitos cercanos es una opción difícil de “vender”.

Pero ignorar la inexistencia de afición previa en la Comunitat e intentar implantar artificialmente una tradición de Fórmula 1, de ópera o de vela que no se da, es un riesgo demasiado alto. No significa que no pueda triunfar. Hace años no había tanta afición al running como hay ahora y sin embargo hoy Valencia es capital mundial de los runners. Pero también en este caso, se ha ido paso a paso, ampliando, asentando lo existente, mejorando, apostando sobre seguro. Querer emular a Nueva York hace quince años hubiera sido un error. Hoy, en cambio, ya estamos en condiciones de codearnos con destinos tan potentes como ese. En otras iniciativas, en cambio, se quiso ser de “sección especial” sin haber pasado por el lento camino de iniciar un proyecto, mimarlo, regarlo y verlo crecer. Ése fue el problema. Es posible crear afición pero hay que ser paciente, constante y coherente. No se puede improvisar. Cheste es una demostración de todo eso. Es un nombre obligado para los moteros de toda Europa. Como Valencia lo es para los runners. Sin embargo, no lo es ni para los aficionados a la F1 ni para los amantes de la vela. Y para la ópera, está muy lejos de sus vecinos competidores, aunque duela.

Temas

Camps, deporte, Puig

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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