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María José Pou

iPou 3.0

Tiempo de juego

No nos engañemos. Acabamos de iniciar el principal periodo de la vida política. Por mucho que quieran tomarnos el pelo y hacermos creer que los ciudadanos les preocupamos, no se lo crea. Les preocupamos los votantes, que no los ciudadanos. Ya sé que parecen sinónimos pero no lo son. Ser ciudadano es disfrutar de derechos y deberes; ser protagonista de la vida social y política. El ciudadano es un todo, no una parte. Es el ser humano en su relación con la comunidad política. En cambio, votante se es una vez cada cIerto tiempo, excepto los catalanes que, al paso que van, lo son día sí, día también. La diferencia para el politico es notable. El ciudadano lo es siempre, le exige, le manda, le pide cuentas y opina de su actividad. El votante se limita a escoger. Pero lo que le preocupa al político es eso. Sucede lo mismo con la UE y los europeos. Somos habitantes de Europa y tenemos muchas facetas e intereses, sin embargo, para los mercaderes somos poco más que consumidores, gentes que compran y venden.

Todas esas miradas son cortoplacistas y miopes. Ese es el principal reproche que puede hacerse la clase política, no tanto que nos engañe o nos manipule sino que nos reduzca y ningunee en todas las dimensiones. Que nos quieran por nuestro voto, como en tiempos, a la rica heredera se le queria por su dinero o al noble innoble, por su título aunque estuviera arruinado

Estos momentos de la vida politica nos devuelven a la realidad: nos quieren por nuestra papeleta. Poco más.

Lo sabemos porque ahora es cuando los responsables de los partidos viven más intensamente y diría que hasta disfrutan como nińos con zapatos nuevos. Llevan meses haciendo las listas, que son su razón de ser, y se disponen a conquistar el poder. Los politicos de hoy no se diferencian mucho de las huestes del Cid. Tomar la plaza y repartirse el botín es todo su afán. Luego nos contarán las milongas del bien común y de lo mucho que les interesa lo que pensamos, pero no lo crea, les interesa pars hacer un programa pegadito a eso y asegurarse asi nuestra adhesión. El caso más claro es el camelo de Pedro Sánchez haciéndonos creer que su disposición al pacto con Podemos nace de la rebaja en el tono antisistema de Iglesias. Piensa el secretario general del PSOE -que terminará por hacer bueno a Zapatero y mira que es difícil-, que nos tragamos esa suavidad atribuyéndolo a cierta evolución ideológica del “Niño de las coletas”. Como si la estrategia “comercial” no tuviera nada que ver. Como si no fuera un lobo vestido de corderito Norit con cintita rosa al cuello y todo.¡Lo que haga falta! Lo curioso es que acepta que es “extrema izquierda” pero no por ello deja de mostrarse dispuesto al acuerdo. Lo dicho. Es un tiempo de diversión y guerrillas, justo lo que más motiva a un político. Poco importamos nosotros. Es ahora cuando más disfrutan.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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