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María José Pou

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El honor demócrata

Unos acusan a los otros de franquistas y aquellos se sienten heridos en su honor. Los primeros son de Compromís, quiénes si no, y los segundos, del PP, ¿alguien lo duda? Pero a los valencianos dependientes no les ayuda ni Franco ni su más firme enemigo. Tampoco a quienes sufren pobreza energética y eligen entre pagar la luz o comer durante dos semanas; ni a las familias en riesgo de exclusión, los parados de larga duración o quien tiene un contrato de 400 euros para mantenerse él, sus hijos y sus cinco nietos. A todos esos les resulta muy lejano el debate que se vivió ayer en las Cortes Valencianas a cuenta de las Selecciones deportivas nacionales valencianas. Los verdaderos problemas de los ciudadanos que les han llevado hasta allí no tienen que ver con las señas de identidad aunque unos y otros se empeñen en pedirse pruebas de pureza de sangre democrática. De ese modo, si el resultado deja algo de margen, pueden llevar a la hoguera al infiel.

Por un lado, la diputada del PP Beatriz Gascón no dijo nada que no fuera verdad, esto es, que el conseller Marzà ocupa el lugar menos recomendable pero más deseado por el sectarismo ideológico. Y ejerce. Lo que unido a la deriva catalana y a la presencia de ambas fuerzas nacionalistas en el Congreso de los Diputados puede tener efectos perniciosos para los valencianos y esa identidad que algunos creen representar sin que los afectados se hayan manifestado mayoritariamente en ese sentido hasta el momento. Eso no lo dice ella; lo digo yo. Ella se limitó a advertir del paralelismo entre la constitución de selecciones deportivas nacionales en Cataluña y en Valencia.

A priori, no presenta problemas pero, conociendo el contexto, no es tan abominable imaginar la sinergia en la que puede terminar esa “coincidencia”. Sin embargo, la respuesta del diputado de Compromís Josep Nadal lejos de defender la histórica reivindicación que la sociedad valenciana ha hecho durante décadas de una selección “nacional” –nótese la ironía- y obviando el entusiasmo que provoca “la roja” en la terreta, ha concluido con que las críticas eran cosas de la añoranza franquista del PP. Anótenlo. Será uno de los mantras de la temporada. Ahora resulta que el sentimiento nacional español es pecaminoso y, sobre todo, anticonstitucional. Es lo que se desprende de la apelación de Nadal al texto constitucional acusando al PP de no respetarlo en el punto en el que reconoce la diversidad de lenguas y naciones. Espero que ponga el mismo empeño en defender el inicio de la frase. El artículo 2, antes que hablar de nacionalidades, reconoce que la nación es una, “patria común e indivisible”. Así, defender la unidad de España no es una prerrogativa de los fascistas. Todo lo contrario. Es defender el orden constitucional, justo lo que reclamó Nadal ayer. Y lo que se espera de un verdadero demócrata.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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