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María José Pou

iPou 3.0

El monstruo de Colonia

El mal ya está hecho. Aunque haya sido destituido el jefe de policía de Colonia; aunque falte por confirmar la presencia de refugiados entre los atacantes y aun cuando al final los datos no revelaran relación alguna o mínima, la mecha ya está encendida. Poco importa que “solicitante de asilo” y “extranjero” no sean sinónimos. Tampoco que algunos digan serlo y ni siquiera procedan de la zona en conflicto. O sencillamente que nos falten datos de contexto para saber si esas denuncias suelen ser habituales y si la proporción es significativa respecto a otros días y años. Hemos conocido la noticia con todos los elementos que la convierten en un arma para los discursos xenófobos. Sucedió en cuanto se coló en el relato la palabra “refugiado”, sin datos de la policía, o referencias tan inauditas como “tener aspecto de musulmán” para describir lo sucedido. El otro, el diferente, el extranjero viola a nuestras mujeres, mata a nuestros civiles y nos roba el pan. Un clásico.

No exculpo a los autores de los delitos. Que se les persiga, se les condene y, si han sido acogidos, que se revise su situación. Por cierto, es una pena no poder hacer eso con los nacionales que cometen delitos sexuales o crímenes de género: un avión y a Alcatraz. El problema es la capacidad de un hecho para conjurar todos los miedos de Europa. Por eso hay que tener cuidado con la forma de relatarlo. Porque quizás los “autores intelectuales” de las agresiones en Colonia pretenden precisamente lo que está ocurriendo. O tal vez, algo peor: la sospecha de que existen y nos pueden manejar a su antojo.

Parece que volvemos al pasado siglo, cuando se creía firmemente en la capacidad de provocar una respuesta automática. En este caso, como en las novelas clásicas, solo hay que pensar en quién se beneficia. Los temores de las autoridades pueden mover a Alemania –y, con ella, a Europa- a cambiar su política hacia los refugiados, lo que refuerza a la extrema derecha y desautoriza a los partidos en el gobierno que se enfrentan a unas elecciones generales en 2017. La pérdida de liderazgo de Merkel, la gran “mamma” para miles de refugiados, debilita a la propia Alemania en Europa. Por último, la sospecha de que se han organizado a través de redes sociales justifica aún más la vigilancia estatal sobre los ciudadanos y sus comunicaciones. Son muchos intereses en juego como para pensar que haya sido un mero acto de irracionalidad colectiva o una cita premeditada de agresores sexuales. Para crear miedo o psicosis ya no necesitan ni kalashnikov. Sus manos son suficientes, sobre todo, cuando su número desborda a la policía. Son hechos cuyo relato activa todos nuestros miedos sobre el diferente, ya sea el Santo Niño de La Guardia en la España medieval o la expulsión de gitanos en la Italia de Berlusconi. Desgraciadamente, los mecanismos son idénticos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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