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María José Pou

iPou 3.0

Los ofendidos

Algunos ven demasiadas telenovelas. Solo así se explica la tendencia al melodrama que siempre requiere una música intrigante al final de cada sentencia grandilocuente. Es lo que debe de haberles sucedido a los chicos de ERC a juzgar por su actitud ante la reacción del rey. No les culpo. Sant Cugat ha sido siempre una cantera de excelentes profesionales del mundo audiovisual y, aunque nos pese, TV3 ha sido espacio de innovación y creatividad en la televisión de nuestro entorno. Al menos, lo fue hasta hace poco. (Aquí debería sonar una música de misterio). Aunque se siguen haciendo buenos productos, el “procés” ha impregnado tanto la vida de Cataluña que algunos ámbitos se ven golpeados y no siempre para mejor. La ficción televisiva catalana es uno de ellos. De allí han salido grandes series como Nissaga de poder, Plats bruts o El cor de la ciutat. Algunas, incluso, han sido “exportadas” al resto de España como Pulseras rojas, sobre unos niños enfermos de cáncer. Sin embargo, la presencia en la programación de la clave soberanista, incluso en la ficción, tiene el riesgo de rebajar su independencia y su rigor.

No obstante, en el contexto actual no es extraño que se hagan los ofendidos, como en un culebrón, ante la negativa del rey Felipe VI a recibir a la presidenta del Parlament y más tarde al nuevo Molt Honorable, poco después de ignorarle ambos en público y con absoluta notoriedad. La reacción no es ajena al discurso victimista que suele rodear al nacionalismo y, en especial, al soberanismo catalán de los últimos años. Lo que llama la atención es, en primer lugar, que les importe tanto la actitud de un Jefe del Estado al que no reconocen y, en segundo lugar, que necesiten su confirmación y recepción en palacio. Si se trata de un Estado vecino que les asfixia y cuya legitimidad en Cataluña hace tiempo que quedó en entredicho, lo propio es ignorar a sus autoridades. Si desprecian al Tribunal Constitucional, al Gobierno y a todas las formas de representación del Estado en Cataluña, ¿qué importa lo que haga o deje de hacer su máximo jefe? Les pierde su corazoncito y su necesidad de justificarse pues lo lógico hubiera sido darle la vuelta al desplante real y “venderlo” como una confirmación de que Cataluña está ya de facto fuera de España. Lo otro es requerir los mimos de papá y sentirse dolido cuando escasean. De cualquier forma, no deberían descuidarse estos gestos, tanto por un lado como por otro. Cuando se estudia la Historia se comprueba cuántas veces un detalle ha servido de mecha para hacer estallar una realidad largamente incubada. Con la situación catalana habría que tenerlo muy presente y no dar ni un mal paso. Motivos para el lamento siempre tendrán y explicaciones para un plan diseñado antes de cualquier ofensa siempre encontrarán pero, al menos, deberíamos procurar que no sean ciertos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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