Ojalá pongan tanto empeño en lograr un acuerdo cuando se trate de los ciudadanos. Si son capaces de pasar días y semanas; de no hablar ni trabajar por otra cosa; de marcar líneas rojas y de centrar todas sus energías por conseguir acuerdos para constituir un grupo en el Congreso o un reparto de poder en la presidencia del gobierno, espero que se esfuercen con el mismo empeño durante toda la legislatura. En una palabra, que cada vez que se presente un proyecto de ley, se sienten durante todo el tiempo necesario para arrancar un plan común. Cualquier otra cosa pondrá en evidencia lo que ya algunos se temen: que les importa más su poltrona y el reparto de recursos correspondiente que buscar lo mejor para la gente. Para toda, no solo para la propia.
Un ejemplo es Pedro Sánchez, a punto de convertirse en la mejor representación de la profecía autocumplida. “Profecía autocumplida” es un concepto de Robert Merton según el cual se anuncia una realidad no existente que se llega a cumplir porque el anuncio provoca que así sea. En la mayoría de casos lo que sucede es que hablamos de algo como si existiera cuando, en realidad, no es así. Termina siéndolo porque, ante el temor de que suceda, hacemos lo imposible por que así sea. A veces de forma inconsciente.
El caso de Sánchez se ponía de manifiesto ayer cuando daba por amortizado a Rajoy. Decía el líder socialista que Rajoy está “agotado, aislado y acorralado por la corrupción”. Que él esté agotado es posible; que lo esté su proyecto, teniendo en cuenta que ha sido el más votado por los españoles, no parece que sea tan evidente. Que esté acorralado por la corrupción es un primer intento de profecía autocumplida pues acorralar y acusar a alguien de estar acorralado al mismo tiempo resulta cuando menos sorprendente.
Sin embargo, el ejemplo más claro es el tercer elemento: está aislado. Lo dice quien se niega a dialogar, a debatir para llegar a un acuerdo de legislatura y a tenerlo en cuenta para alcanzar el poder. Es decir, primero hacen un cordón sanitario al PP y luego le reprochan que se aísle. Es cierto que Rajoy no parece estar dando pasos para renovar en el gobierno, pero resulta difícil hacerlo cuando no solo lo excluyen sino que lo demonizan de tal forma que solo la posibilidad de incluirlo en las conversaciones es motivo de reproche social. Si al final Sánchez llega al gobierno, el pronóstico para ver acuerdos de tan larga gestación y parto como los del trueque de escaños y grupos es deprimente. ¿Cómo van a hacer un gran pacto de Estado sobre educación o sobre la propia revisión constitucional en esas condiciones? Los pactos que necesita España no son de los afines sino de todos. Como mínimo, los mayoritarios y no por resucitar el bipartidismo sino porque se llaman “mayoritarios” al representar a la mayoría de los españoles. Al menos, de momento.