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María José Pou

iPou 3.0

Los dinosaurios

Una de las ventajas de las redes sociales es la rapidez. Gracias a ella, conocemos enseguida lo que ha pasado, aunque no podamos asegurarlo al 100%. En eso los medios “lentos” son más fiables porque se toman su tiempo para confirmar cualquier tuit asombroso. La velocidad de las redes consigue, además, que detectemos con mucha facilidad la extensión de una consigna. Para lograr eso hace veinte años teníamos que analizar cuidadosamente lo que unos habían dicho, la reacción de otros, la respuesta de los primeros y las actitudes de todos. Solo entonces podíamos comprobar cómo se había proclamado una idea y se había ido difundiendo poco a poco. Ahora, en cambio, el retuit nos pone en bandeja la visión de conjunto: de pronto, casi sin pretenderlo, vemos las ondas que ha causado una piedra y cómo van ocupando todo el lago.

Es lo sucedido estos días con las reacciones a los movimientos postelectorales. De repente, por todas partes, el usuario empieza a leer sobre “dinosaurios”. No eran opiniones sobre avances paleontológicos sino sobre política. Alguien introdujo en la “conversación social” la idea de que a Sánchez iban a pararle los pies las viejas glorias de su partido. Y para ello usó la palabra “dinosaurios”, tan gráfica y evocadora. Lo curioso es que se usara ese término y no solo la idea. Es lo que tiene la consigna, que muchas veces se difunde sin modificaciones ni adaptaciones locales. Es entonces cuando podemos ver su trayectoria. En el entorno de las redes informáticas, es inmediata. En apenas unos minutos podemos recrear todo un mapa de voces que incluyen la referencia a los “dinosaurios” en sus opiniones, sobre todo, porque provienen de la extrema izquierda, molesta con las reticencias de los barones del PSOE a un acuerdo con Podemos, y de quienes simpatizan con el movimiento morado o simplemente no reconocen a los históricos.

No es extraño. Desde esas posiciones se está construyendo el mundo porque el anterior no merecía la pena. Ni sus ruinas son aprovechables, vienen a decir. En ese contexto, no es raro que desprecien a “los dinosaurios”. El problema es que de ellos se puede aprender bastante, por ejemplo, de Alfonso Guerra, Rubalcaba o Felipe González. El expresidente se ha convertido en el enemigo público número 1 de Venezuela, razón por la cual es lógico que los seguidores del Muy Amado Líder no quieran saber nada de él. Pero él era un aprendiz de gobernante cuando llegó a La Moncloa y ahora tiene un bagaje y un sentido de Estado que le hacen mucha falta a un Sánchez que no pasa de becario. Lo mismo sucede con Guerra, que practicaba la vehemencia cuando Iglesias aún gateaba o Rubalcaba, que ha sobrevivido a la más reciente crisis del zapaterismo. Los dinosaurios conocen el mundo que fue y por qué se hundió. De inteligentes es, al menos, escuchar sus batallitas. Para no perderlas mañana.

Temas

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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