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María José Pou

iPou 3.0

Sin histerias

La investigación judicial de la corrupción tiene un efecto perverso sobre los implicados, como hemos visto reiteradamente. Es la llamada “pena de telediario”, es decir, el apedreamiento público a partir de la mera imagen de un implicado saliendo de una comisaría, un juzgado o una cárcel preventiva. Aunque después sea exculpado. Eso no importará. Los prejuicios funcionan siempre y las sospechas los apuntalan. La liberación del sujeto por falta de pruebas no los debilita sino que cuestiona a quien redime. Si sale indemne no será por su inocencia sino por la impericia de los jueces.

Además de ese efecto, cuando las noticias sobre procesos judiciales afectan a personajes muy relevantes, generan otra reacción que suele acompañar a aquella. Es la histeria. Histeria porque la presencia de pesos pesados en una investigación hace que se magnifiquen las condenas, se eleve el tono y se inflen las conclusiones. Sobre todo, cuando se trata de corrupción. Eso es lo que pasó ayer cuando se conoció la detención de Alfonso Rus y la inclusión de estrechos colaboradores de Rita Barberá en la lista de investigados. De pronto, la mera referencia hace que se abran las compuertas de las presas y el agua, tumultuosa y feroz, arrase con todo. Ese todo son las apelaciones al PP en clave maximalista: incapacitado para gobernar de forma absoluta, como dijo Mónica Oltra, o desahuciado por la metástasis global de la podredumbre, que señalara Ximo Puig en clásica metáfora de la manzana y el cesto que favorece la descomposición. Todo y nada son conceptos muy delicados en una realidad finita como la que vivimos. Demasiado rotundos para abordar un hecho en fase de desarrollo.

Ahora bien, ambos tenían razón en un enfoque sin histeria ni frases grandilocuentes. Ni “ese” PP puede gobernar ni se puede seguir reduciendo el problema a una o dos personas aisladas. Esa conclusión es la que debe escuchar el Partido Popular si no quiere hundirse cuando la inercia del voto termine por evaporarse. Sea cual sea el resultado de la investigación, el partido precisa de una desinfección completa y sincera. Sin luz ni taquígrafos, sin humillaciones ni vendettas. Sin olvidar ni ser desagradecido con los servicios honestos prestados por las personas implicadas. Sean de Rus, de Rita o de Camps. Se puede plantar sobre un campo quemado pero no esperar fruto. Para lograrlo, hay que depurar la tierra y buscar semilla nueva. Es la tarea que solo ha realizado a medias el PPCV. La situación en la que quedan los próximos a Rita Barberá es muy delicada. Incluso los buenos y honestos gestores. Recuperar la credibilidad, para el PP, pasa por dejarlos en un segundo o tercer plano y renovar por completo líderes, mensajes y alianzas. Sin martirios ni actos de fe. La histeria no solo inflama al enemigo, también se contagia al propio cuando se sobrepone al shock.

Temas

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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