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María José Pou

iPou 3.0

Jóvenes con estudios

Una de las características de la revolución egipcia es su carácter pacífico. Salvo los momentos en que los defensores de Mubarak intentan reventar las protestas, todo discurre como una exigencia calmada, firme pero sin violencia.

Dicen los periodistas allí desplazados que buena parte de los hombres -y curiosamente también de mujeres, lo cual es un síntoma de modernidad- son jóvenes con estudios. Eso explica la demanda de democracia, no la mera repulsa a una crisis que no les deja alimentarse debidamente.

Esa doble condición -joven y con estudios- no es cualquier cosa. La juventud puede quedarse en la mera exigencia de cambio. La sabiduría de la senectud, en la prudencia del mantenimiento del estatus quo, sin embargo, la conjunción de deseos de cambio y conocimiento del mundo es lo que está abriendo las puertas de Egipto al futuro.

Por eso debería hacernos reflexionar a todos los demás. Una juventud preparada es el germen de una generación capaz de cambiar la realidad. Eso es lo que viene a indicar lo que está sucediendo. Esa presencia se nos olvida a menudo a quienes la damos por descontado.

Ahora mismo uno de los riesgos de España es que sus jóvenes mejor preparados salgan huyendo hacia lugares donde puedan desarrollar una carrera profesional en condiciones cuando aquí solo les prometemos un subsidio de paro.

Esto no se reduce a perder a miles de potenciales trabajadores que engrosen las pensiones futuras sino a esa generación capaz de cambiar las cosas.

Egipto lo está experimentando. De no haber existido esa generación preparada, cualquier dictadura podría seguir ejerciendo el poder. En cambio quienes conocen las opciones de felicidad colectiva – en eso consiste la formación- están en condiciones de aglutinar esfuerzos para lograrlo.

España, mientras tanto, se enfrenta a unos índices terribles de fracaso escolar. Un retroceso. La posibilidad de ser vulnerables a la dictadura.

Temas

educación

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.