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María José Pou

iPou 3.0

Cadenas “de extrema derecha”

Cualquier rifirrafe entre políticos es, en estas fechas, susceptible de ser atribuido al interés electoral. Ya sé que el periodo sospechoso abarca unos cuatro años, esto es, el tiempo entre elección y elección, pero en vísperas de una llamada a las urnas eso se acentúa aún más.

El caso es que ayer, en la sesión de control en el Congreso, se produjo el enésimo enfrentamiento bronco entre Rubalcaba y Gil Lázaro. La cosa no tendría más interés que el generado para un ‘voyeur’ político o para el plumilla atado a una página de papel prensa que llenar con el fin de poder llenar su propia nevera cada mes.

Sin embargo ayer llamó mi atención la expresión «cadenas de extrema derecha» junto al tono despectivo que usó Rubalcaba para afear la conducta del popular valenciano. Dijo el vicepresidente al diputado del PP que sus recriminaciones sobre el caso ‘Faisán’ se debían al interés por lucirse en las «cadenas de extrema derecha».

Imagino que se refería a Intereconomía, Veo 7 o cualquier otra. No es la primera vez que este gobierno se pone muy nervioso con esas cadenas y sus debates. Y aunque reconozco que no las soporto y que unas tertulias tan escoradas y un punto histéricas me producen sonrojo cuando no acidez de estómago, creo que deben existir siempre que no sirvan para difamar ni cometer delito alguno.

Yo no defenderé nunca esos planteamientos extremos pero lucharé por que puedan existir siempre que respeten la legalidad. Es la máxima volteriana aplicada a la tertulia televisiva, algo que, sorprendentemente, no aceptan de buen grado algunos en la izquierda. Con ellos me sucede lo mismo. Nunca compartiría algunos planteamientos maximalistas que ven en Zapatero lo mejor que le ha ocurrido a España en su historia reciente pero quienes así lo vean tienen todo el derecho a decirlo.

El único límite ha de ser el impuesto por el Código Penal y por la sensatez de buscar dialogar y no crispar.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.