Dijeron que ayer quedaba suspendida la campaña electoral por solidaridad con Lorca. Eso dijeron. Pero allí estaban. Chacón, Rubalcaba, Rajoy. Y ninguno visitó a la víctimas fuera de cámara. Ninguno pidió a los periodistas que no lo sacaran, que no se hicieran eco, que era una visita privada. Ellos estaban de servicio, como siempre, lo que en un político significa poner su móvil en modo mitin.
Las campañas no duran quince días. Eso solo es la etapa reina. La campaña dura cuatro años durante los cuales el objetivo fundamental es mantenerse en el gobierno o recuperarlo. Para eso, cualquier acontecimiento puede ser usado en contra del oponente. Bien lo sabemos los ciudadanos acostumbrados como estamos a ver rentabilizar una inauguración, jornada, cumpleaños y fiesta de guardar. Los hay que van hasta de procesión o de traslado sin convicción religiosa alguna.
Prueba de ello es que ninguno de los tres líderes mencionados se juega nada personal el 22-M pero si, y mucho, dentro de un año. Y todo suma. También Zapatero no acudiendo al día siguiente de la tragedia sino posponiendo la visita al momento rey mago: justo después del Consejo de Ministros en el que se aprueban ayudas.
Lorca va a necesitar mucho más que mantas. Va a necesitar, sin ir más lejos, que su nombre figure en la lista de prioridades en los próximos años. Que no caiga de la agenda. Tampoco de la agenda mediática.
Aunque no haya elecciones cerca y aunque sea difícil obtener recursos para compartir. Si las administraciones locales están ahogadas ¿de dónde se puede sacar dinero para reconstruir la vida de tanta gente? Quizás lo primero hubiera sido suspender la campaña en su totalidad y dedicar ese dinero a los lorquinos. Pero no he visto a un solo partido dispuesto a hacerlo y eso que, dicho así, suena a estrategia electoral novedosa y eficaz. O sea, que podría ser un dos por uno: ayudamos ayudándonos. Y ni por ésas.