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María José Pou

iPou 3.0

Policía asesina

¿Son los policías unos «hijos de puta»? No lo creo. Imagino que alguno habrá, como los hay fontaneros, cirujanos o periodistas. Sin ir más lejos, una servidora lo es para algunos de sus alumnos. Sobre todo en estas fechas.

Digo esto porque ayer durante los incidentes en el entorno de Les Corts se podían escuchar cosas como ésa o algo peor -a mi entender- como es el lema «la policía tortura y asesina» que coreaban en la esquina de la Casa de los Caramelos.

Salvo a aquel que pueda integrarse en la categoría del inicio, dudo que los policías les deje indiferentes esa acusación. Pero tampoco debe dejarnos indiferentes a los demás. La policía no tortura ni asesina en este país. Y si lo hace no queda impune.

Personalmente me molesta escuchar eso porque es una acusación muy grave, porque es injusta para la mayoría de los miembros de las Fuerzas de Seguridad pero sobre todo porque pone al mismo nivel nuestra Policía y la represora del Chile de Pinochet o de la Argentina de Videla. Y eso no solo es injusto para nuestros policías sino, sobre todo, para las víctimas de las represiones en las dictaduras.

Una cosa es que alguno se excediera en el uso de la fuerza -que habrá que investigar y determinar en su justa medida- y otra muy distinta que eso convierta a la policía en torturadora y asesina.

Lo que me preocupa más de todo esto, además de que se pueda hacer un uso desproporcionado de la violencia, es la presentación maniquea del 15M. ¿Policía mala, ‘indignado’ bueno? No por definición. Ni viceversa.

Como cuando se hablaba del SIDA, habrá que diferenciar las personas de los comportamientos. En el VIH no hay grupos de riesgo sino comportamientos de riesgo. En esto ocurre igual. No hay grupos buenos y malos, hay comportamientos cívicos o incívicos. Machacar la cabeza de un ciudadano indefenso con una porra es incívico e inadmisible pero lanzar unas tijeras a la cara de un policía, también.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.