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María José Pou

iPou 3.0

Que 30 años no es nada

Durante años he defendido que los cargos deben renovarse. No solo los cargos públicos sino cualquier puesto de responsabilidad. El cambio -decía yo hace unos años- es necesario para recuperar el aliento que se va perdiendo por el desgaste del poder.

Ahora sigo pensando que permanecer mucho tiempo ejerciendo algún poder es peligroso. Para quienes sufren su acción pero, sobre todo, para quienes lo ejercen. Tienen el riesgo de creer que la empresa, la institución o el grupo que dirigen son ellos mismos y cualquier crítica es una maniobra de desestabilización de la entidad entera. En una palabra, pueden perder el sentido de la realidad.

Sin embargo, con los años he rebajado el entusiasmo por el cambio. Me sigue pareciendo necesario pero temo que pueda ser a peor.

Digo todo esto porque creo que no es bueno que un político pase veinte años en un ayuntamiento, diputación o comisión parlamentaria. No lo es ni siquiera para sí mismo. La política es servicio y a nadie debe pedírsele tamaño sacrificio. Significa dedicar su carrera a la política, renunciar a ella y no volver nunca o solo para jubilarse. Y es un error, porque aleja al político de la realidad común. No digo que no trabaje pero lo hace en unas condiciones de competitividad, de compadreo con las distintas familias del partido y de escaso riesgo de despido que no son comparables a las de un ciudadano normal.

Lo pensaba ayer no tanto con Rita Barberá y el inicio de su sexta legislatura al frente del Consistorio valenciano sino de Pedro Castro*, el ex alcalde de Getafe conocido en los últimos años por considerar «tontos de los cojones» a los votantes del PP. Éste ha pasado 28 años en la alcaldía aunque pocos lo recordaban cuando querían criticar la longevidad política y preferían señalar a Barberá. Casi 30 años en Getafe. Más de media vida laboral. ¿Cómo reintegrarse ahora al mercado? ¿Y cómo romper con los favores debidos?

*Corrijo el error detectado por curioso lector a quien agradezco el aviso.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.