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María José Pou

iPou 3.0

Crispación otra vez

Recuerdo cuando iba al cole. El primer día me encantaba ir. A partir del siguiente, menos.

El primer día de clase era muy divertido. Todo era nuevo. Estrenaba cartera, libros, libretas, aula e incluso profesores. Además era el único día sin deberes. Sin obligaciones y con amigos a los que reencontrar para contarles las vacaciones y jugar sin la mala conciencia de tener trabajo pendiente.

Al día siguiente, ya nada era igual. Todo empezaba a ser gris, rutina y exigencias.

En eso pensaba ayer cuando veía el debate en Les Corts. Hasta cinco minutos antes de empezar, tuve la alegría de comprobar que todo era nuevo. Por fin, Alarte entre los diputados; nuevas presencias de grupos de izquierda y nuevo presidente. Nueva etapa, en definitiva.

Eso me duró apenas treinta segundos. Al poco tiempo me di cuenta de que todo había sido una ilusión. La crispación volvió por sus fueros. Lo supe cuando Alarte tendió una mano y con la otra dio una colleja y también cuando Camps espetó a su nuevo contrincante que su gestión en Alaquàs había sido pésima. ¿Era necesario?

Me llamó la atención el interés del Presidente por tener una oposición en condiciones. Si lo fuera, tal vez hubieran cambiado muchas cosas de su mayoría y de su gobierno. Daban ganas de decir aquello de «no pidas, no vaya a ser que se cumpla».

Ojala la nueva etapa nos traiga una oposición de altura para un deseable gobierno de altura. Yo ya no confío. Solo espero que en los próximos años tenga que tragarme mis palabras y la izquierda espolee al Partido Popular. No digo que le flagele. Una cosa es atizar y otra animar al caballo para que corra más. Eso es lo que necesita cualquier gobierno y en especial uno que se ha acostumbrado a no tener contrincante.

Esta Comunidad merece una vida parlamentaria de más nivel, de menos crispación y de mejores modos. No confío, para qué negarlo. Pero desearía retractarme dentro de cuatro años.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.