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María José Pou

iPou 3.0

Es la vida

Hacía tiempo que quería escribirla y por fin hace dos días terminé una columna sobre Somalia. Pero llegó Camps y se fue a la papelera.

La tesis era clara: en Somalia se mueren de hambre y nosotros, aquí, pendientes de la prima de riesgo.

Ya sé que la situación económica también produce víctimas. Lo vemos en las colas de Caritas, de la Casa de la Caridad o en los desahucios que ahora algunos pretenden frenar. Sin embargo, las hambrunas terribles de África no tienen comparación.

Lo que pasa es que se nos había olvidado. Hacía casi 20 años que no oíamos hablar de hambre a la africana, esto es, desnutrición severa, diarreas que llevan a la muerte, niños sin esperanza de vida. En una palabra, el peor pecado de la Humanidad que es permitir que millones de seres humanos pasen hambre teniendo alimentos y recursos de sobra.

Lo dijo el propio Benedicto XVI hace un par de años y calificó de “vergüenza”, literalmente, que la quinta parte de la humanidad no tenga ni lo mínimo para mantenerse con vida.

Sin embargo, cuando todo me llevaba a hablar de Somalia, dimitió Camps y el hambre en el mundo pasó a un segundo plano.

Ayer sucedió algo similar. Oslo y la CAM. Había que hablar de la CAM, sin duda, pero en Oslo había muerto gente como lo hizo en Atocha o en King’s Cross en Londres. Así que miré hacia Escandinavia y hacia el Banco de España, y el corazón y la tecla se me fueron para el Norte.

No es pura emotividad. Ya sé que la intervención de una caja nacida en la tierra es un hecho gravísimo desde el punto de vista local. Pero es la vida lo que me interesa y lo que me parece que estamos olvidando en ese magma de luchas políticas y decisiones económicas.

Es la vida lo que se juegan en Somalia. Lo que pierden por la especulación y los intereses del primer mundo. Es la vida la que se ha quedado en los escombros noruegos. Por puros intereses. Por irrelevantes intereses egoístas. Sean los que sean.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.