Me había prometido no escribir sobre los dimes y diretes de los candidatos en campaña y mucho menos en precampaña pero ha sido tal la impresión que me ha causado Rubalcaba que no puedo por menos que señalarlo.
Lo primero es pensar que ese tesoro estaba tan desaprovechado. ¿Cómo es posible que Felipe González no le nombrara sucesor en lugar de dejar que se estrellaran Borrell y Almunia?
Lo segundo es que si ZP fue el self made marketing man, el líder-probeta nacido en el laboratorio de una empresa de publicidad y emancipado luego con resultados feroces, RbCb es el Rasputín de la Corte de la Zarina que ha ocupado su puesto y hasta se ha ceñido su corona. ZP fue el candidato de las promesas felices y RbCb, del discurso acusador.
Y eso es lo que me ha impulsado a escribir. Mis alertas ya se activaron el domingo cuando le escuché proponer la subida del impuesto del tabaco y la gasolina. Sin embargo fue ayer cuando realmente me enfadé.
No me importa que suban impuestos si son equitativos, necesarios y sobre todo bien gestionados para ayudar a los colectivos injustamente perjudicados por esta crisis. Es decir, para autónomos que se han endeudado por falta de pago de las administraciones o pequeños comercios que no saben cómo sobrevivir a pesar de recortar, estar al día de pagos y conformarse con no tener deudas.
Lo que no soporto del discurso de RbCb es la acusación permanente. Ayer dijo que paguen los fumadores «porque es de justicia». ¿Perdón? No fumo. Y no me toca nada la frase. Pero me indigna. De justicia es que paguen los Madoff, los SGAE y toda la panda que se ha lucrado durante años; los directivos bancarios con retiros millonarios o los ‘sicav’ con atajos fiscales para declaraciones «a devolver».
Por eso es una verdadera desvergüenza que el mensaje de RbCb sea únicamente hacer culpables de esta crisis a los ciudadanos. Hasta me dan ganas de volver a fumar. Por solidaridad.