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María José Pou

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Recuperar la Alameda

Para todos los que circulamos por Valencia en coche, resulta imposible imaginar el tráfico sin la Alameda, tal y como plantea el Consell Valencià de Cultura. Sin embargo, lo que ha hecho el Consell es apuntar al núcleo del debate que hoy debemos tener en las ciudades: la ciudad es un entorno de vida para los ciudadanos o solo un conjunto de caminos que llevan de aquí para allá.

Yo apuesto por la primera opción. Y lo hago desde mi condición de conductora que se enfada cuando llega a la Alameda un sábado por la mañana con el coche y no puede aparcar porque hay desfile militar, maratón o fuegos artificiales. Me molesta por la incomodidad y la sorpresa pero lo primero que pienso es «para qué habré traído el coche».

Cada día me convenzo más de que las ciudades deberían ser espacios vetados al coche particular, por eso me alegro de que el Ayuntamiento opte por peatonalizar algunas zonas o marcar un límite de velocidad de 30 kilómetros por hora en algunos barrios, como ocurre ahora en Ruzafa. Ambas medidas contemplan al peatón como protagonista de las calles. Así debería ser.

Ahora bien, esa reducción progresiva del protagonismo del coche particular exige una potenciación del transporte público que nos haga olvidar las ventajas del coche. El autobús, el metro o el taxi, cuando funcionan bien, ofrecen una sensación de libertad mayor que la del coche en ciudades sofocadas por un tráfico infernal. Si el transporte público tiene una frecuencia, calidad y precio adecuados el tiempo se aprovecha mejor incluso en un atasco, se suprime el estrés del aparcamiento imposible y resulta mucho más barato que el coche.

La recuperación de la Alameda sigue esa línea aunque para ello también necesite una reforma profunda. Empezando por la molesta opción de la tierra polvorosa que la recorre. En estas fechas se puede comprobar, además, cómo los vecinos intentan recuperarla de forma espontánea llenando sus terrazas en un privilegiado espacio de sol que no tiene nada que envidiar a los nuevos bulevares. Al contrario, el sabor de la zona es totalmente distinto: añejo y moderno a un tiempo.

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Valencia

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.