Nunca he sabido por qué se enseñaba inglés, in illo tempore, apelando a que “my tailor is rich” que en español significa “mi sastre es rico”. Supongo que es una frase como otra cualquiera, como a los niños se les anima a pronunciar la eme gritando a los cuatro vientos “mi mamá me mima; amo a mi mamá”.
La frase carece de sentido en un tiempo de “zaras” y “modistos” sin solución de continuidad. Los más, acuden a la ropa estandarizada y los menos, a la alta costura donde “sastre” y “sastra” suenan a segundones, nunca a artistas titulares.
Sin embargo, José Tomás ha hecho que descubramos todo un mundo de matices en torno a la confección textil.
Sin ir más lejos en su declaración comenzó explicando la diferencia entre un sastre y un “director de moda”, tal como se presentaba. Vino a decir que él no cortaba ni cosía sino que vendía. Es una pena porque, con sus palabras, se me derrumbó al mito del sastre rico.
No es “tailor” aunque bien podría haber conseguido ser “rich”. Y la pregunta es inmediata ¿por qué eran ricos los sastres? ¿por qué en todas las historias de la postguerra, cuando se quería mostrar a alguien en apuros, se le representaba perseguido por su sastre? Quizás era el último en cobrar cuando la crisis hacía mella en la economía familiar.
Aquí no parece haber sucedido lo mismo pues el director de moda cobró incluso de algún programa de televisión. Allí no vendió trajes pero sí se vendió a sí mismo.
No puede negar que su profesión es ésa. Lo ha sabido hacer.
Lo pensé viéndole hablar con los periodistas a la salida del juzgado. Si lo que uno pretende es que todo acabe y volver a su vida normal, lo mejor es alejarse de la prensa. En cambio él nunca le ha hecho ascos. Hasta para pedir normalidad, necesita proclamarlo a la opinión pública. Curiosa forma de buscar anonimato y discreción. No sé si será sastre ni si será rico pero no parece que le molestara la posibilidad.