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María José Pou

iPou 3.0

10 años no son nada

Nunca he entendido a quienes no quieren verse en fotos actuales alegando que hace años estaban mejor. No sé si es porque día a día aumenta mi miopía, porque lo hace mi autoestima o porque siempre nos quedará París y el Phostoshop. El caso es que yo nunca me he visto bien en las fotos antiguas. Será por el tono sepia o porque la cara de cría me suena a adolescencia granulosa y complicada pero en ningún caso me cambiaría con la que veo hoy asomadita a esta columna.

Por eso cuando he visto las fotos y vídeos del XXXV Congreso del PSOE en el que Zapatero fue elegido Secretario General, he pensado a él que le pasará lo mismo que a mí. Es verdad que sus niñas, hace 10 años, no eran todavía góticas y quizás no pasaban de románicas. Pero lo que es cierto es que ZP tiene una carusiña de imberbe inexperto que no se la quita ni José Bono alzando su brazo con menos pelo que ahora sobre la coronilla. Milagros de Nuestra Señora, seguramente.

La carusiña de entonces se le ha borrado y ha mutado en el rictus de cincuentón que tiene ahora. La inexperiencia se ha disuelto por sí misma siquiera con el paso del tiempo si bien no ha aportado sabiduría, que es lo que acarrea su desaparición.

Además a ZP, en aquel Congreso, le había abandonado su estilista con efecto retroactivo y me llevaba unos pelos de pequeño cantor de Viena vestido para actuar con los Von Trapp y unas cejas de maquillador de Star Treck en noche de mojitos y coco locos a granel. O sea, un horror solo comparable al aspecto de Sonsoles sin pasar por la Moncloa ni por Malasaña ni tan siquiera por Chueca.

En lo único que me reafirmo hoy es en uno de los lemas usados durante este tiempo. Me refiero al ‘Razones para creer’. Ya sé que Rouco no estará de acuerdo pero a mí ZP me aumenta la fe. No la esperanza, todo hay que decirlo, pero sí la fe. O nos agarrarmos al Todopoderoso o Dios nos pille confesados.

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Zapatero

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.