Uno de los problemas de la necesaria ‘desconexión’ vacacional es la tentación de ignorar los dimes y diretes entre políticos; los tira y afloja de clubes y futbolistas o, sencillamente, las grescas entre famosos, hijos, herederos y demás fauna. Una servidora, aunque nunca lo consigue porque termina por interesarse, hace cada verano promesa de ‘no saber’ y lo logra, pero solo por unas horas o unos días. Eso me ocurrió hace unas semanas cuando cambié las cuitas de Zapatero y Camps por las de los Kirchner y el alcalde Macrí en la Argentina. Al volver me encontré con un considerable ‘quilombo’, que dirían allá, entre España y Marruecos a cuenta de unas policías cuestionadas, insultadas y desacreditadas solo por ser mujeres.
Pero apenas fue un paréntesis pues al poco ya estaba anímicamente enfangada en la ‘Guerra de las Dos Rosas’ entre Gómez y Jiménez, que suena a duelo entre bandoleros de Sierra Morena pero no es más que un ejercicio de primarias en el PSOE de Madrid y un plebiscito sobre ZP en el mundo global. Por eso cuando, de pronto, conocí las andanzas de Gadaffi en Roma acompañado por 200 amazonas y pidiendo reunirse allí con 500 azafatas, pensé que me había perdido un capítulo. O dos. O una temporada. Conociendo al anfitrión dudé incluso de que el líder libio no fuera simplemente un invitado al último mitin de Berlusconi o a la última fiesta de cumpleaños de alguna de sus velinas. Sin embargo los datos insistían: Gadaffi quería predicar el Corán a 500 chicas de buena presencia escogidas por una empresa especializada.
Me pregunto qué éxito proselitista tiene ese gesto cuando las chicas estaban contratadas como extras de una película: sin convicción ni protagonismo. Las que vivían en la región cobraban 100 euros y las que venían de fuera del Lazio, 150.
Imagino que, como cualquier mitin que se precie -y los religiosos no van a ser menos- no pretendía convencer a quienes estaban presentes sino a quienes conocieran de él a través de los medios de comunicación. En el fondo, el contenido (en éste, religioso; en los otros, político) es mucho más parecido de lo que nos imaginamos. Puro marketing.