Una de las víctimas del ataque de Hamás en Hebrón era una mujer embarazada. El número de muertos, pues, es cinco, no cuatro. Pero eso no parece conmover a quienes se alteran sobremanera cada vez que muere un palestino a manos del ejército israelí.
No justifico actuaciones que pueden ser cuestionables pero me pregunto por qué la vida de un palestino parece valer más que la de un colono israelí. ¿Por qué su condición de colono le hace sospechoso, culpable y merecedor de una vida corta y dolorosa? Sin duda, podríamos hacernos la pregunta al revés pero ese ejercicio nunca lo hacen algunos que se desgañitan contra la política israelí.
Del mismo modo el relato de lo sucedido no es ni de lejos comparable a lo que nos contaron, por ejemplo, sobre la flotilla atacada en Gaza. No me refiero a que tengan razón unos u otros ni estoy equiparando la actuación de un ejército con la de un grupo terrorista pues precisamente ése es el problema en algunas acciones militares israelíes. Yo solo me ciño al análisis del relato. Y llama la atención la diferencia. En el caso de la flotilla nos contaron con todo detalle lo sucedido, acompañándolo con imágenes y con una carga emocional elevada. Junto a los datos generales, se personalizó el daño producido en protagonistas concretos, como ocurrió en Valencia por la proximidad de uno de los miembros de la flotilla.
En éste, nadie se ha parado en las personas que hay detrás de la noticia. No sabemos ni siquiera si pudieron salvar al bebé que esperaba la mujer embarazada. Todo hace pensar que no. Apenas hay descripción de las víctimas ni personalización, algo que se acentúa con la perspectiva utilizada para ofrecer la noticia. La clave política eclipsa la tragedia humana y, así, la noticia no es que han asesinado a cuatro miembros de una familia sino que las conversaciones de paz se tambalean por un atentado.
El distinto enfoque no es casualidad. Es una tendencia establecida y enraizada ya en el relato del conflicto entre Israel y Palestina. El ejército israelí mata a inocentes; Hamás bombardea procesos de paz. Ésa es la diferencia.