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María José Pou

iPou 3.0

Gran Hermano minero

Cuando dicen que la realidad supera a la ficción, no se equivocan. Tanto planear experimentos sociológicos de aislamiento y convivencia en una casa artificial y, de pronto, nos encontramos con que la naturaleza y la criminalidad de una empresa minera que no prevé suficientes vías de escape, dejan encerrados bajo tierra a 33 mineros chilenos.

Sin embargo, en los últimos días me está preocupando el nivel de euforia que se vive y, lo que es más importante, el que se está produciendo intencionalmente entre los atrapados y sus familias.

No digo que los psicólogos no procuren mantener alto el ánimo de los que se encuentran en la primera línea del drama pero me pregunto cuáles serán las consecuencias tanto si va bien como si va mal el rescate.

Entiendo la alegría de saberles con vida. Indescriptible en una situación de este tipo. Comprendo que conociendo su refugio, sus dudas y miedos en los días en los que no tenían noticias del exterior o su debilidad física y mental después de tanto tiempo, era necesario ofrecerles incentivos para continuar y fortalecerse para lo que queda. Sin embargo, ver a un minero con la bandera de Chile me hizo pensar en lo duro que es la decepción tras una alta expectativa.

De momento parece que lo peor es el plazo. Hablar de meses allí dentro resulta inhumano y preocupante pero se puede producir algo peor que es un derrumbe y la muerte, esta vez sí, de los mineros. Ya sé que esto se puede decir aquí pero no allí ni a las familias ni a los protagonistas ni tampoco a la población. Ahora bien, si ocurriera el drama sería terrible no solo por sí mismo sino por su retransmisión casi en directo.

Alguno de los mineros ya se ha quejado de censura y más que habrá. De otro modo las propios mensajes o sus propias dudas pueden desmoralizarlos.

Es cierto que esa capacidad que proporciona la técnica de entablar una conversación por videoconferencia es excepcional y ayuda, sobre todo, a los mineros. Pero puede volverse en contra si las cosas no van como deseamos. Es el riesgo de la ‘vida en directo’.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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