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María José Pou

iPou 3.0

Inversiones no rentables

Una de las reclamaciones que comparto con los estudiantes es aquella que considera la educación una “inversión” y no un “gasto”. Cada euro dedicado a la formación de jóvenes es una apuesta de futuro, no una pérdida del capital actual.

Sin embargo, me llama la atención que no se siga el razonamiento.

Las buenas inversiones no son necesariamente muy cuantiosas; no requieren grandes sumas sino hábiles estrategias y buenos gestores. Lo decía ayer el ministro Wert. Ya sé que citar a Wert como fuente de autoridad sobre huelgas estudiantiles es como ponerse delante de un narco mexicano y mentarle a la madre. Sin embargo, tenía razón. Aunque fuera Wert.

Decía el ministro que “más inversión” no garantiza “mejores resultados”. Sin duda, es mejor que se dedique cien euros a la educación que cincuenta pero la pregunta es si esos cien euros están bien empleados. Por parte del ministerio, por parte de las autoridades locales, por parte de los directores de centro y también -lo siento pero es así- por parte de los estudiantes. Sé que decir esto es políticamente incorrecto pero, como diría Loquillo, “no vine a aquí para hacer amigos” sino para decir algunas verdades del barquero aunque algunos no quieran oírlas.

Yo he visto a estudiantes Erasmus de juerga en juerga y sin pisar un aula en todo el año. He visto a alumnos exigiendo inversiones mientras rentabilizan la suya jugando al mentiroso en el bar. En definitiva, he visto cosas que no creerían, como diría Roy Batty.

También sé de otros que tienen que trabajar para pagarse los estudios o que no salen de la biblioteca para sacar las matrículas que les permitan seguir estudiando. Unos rentabilizan la inversión. Otros son un lastre. No es solo un problema de inversión sino de revisión de todo el sistema. Del dinero disponible y sus prioridades es responsable el gobierno, pero del resultado también lo son cada docente y cada estudiante.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.