Para ser presidente del Gobierno no es conveniente estar soltero ni usar gafas.
Lo del estado civil parece razonable pues la llegada al poder, por pronto que ocurra, se produce cuando la vida de los líderes ya está encauzada, también en lo sentimental. Sin embargo, incluso quienes están casados y a punto del divorcio procuran evitarlo en su carrera hasta la presidencia. No hay más que recordar a Sarkozy y Cecilia. ¿Por qué? Es una pregunta estupenda para el ministerio de Igualdad.
Ya sé que medir el liderazgo por el estado civil y, sobre todo, por el uso de gafas es una estupidez pero en España no ha habido ningún presidente que no estuviera casado y solo uno llevaba gafas al llegar al poder: Calvo Sotelo.
Don Leopoldo duró apenas año y medio y fue el único al que dieron un golpe de Estado justo en el momento de conquistar la Moncloa. No diré que ese mal fario tuvo su origen en las lentes que calzaba para combatir la miopía aunque sería ésta una buena explicación para justificar que el pobre Rajoy no haya alcanzado nunca un escrutinio suficiente para gobernar.
Todo lo anterior podría convertirse en una conspiración oftalmológica que funcionaría en la cosmovisión esotérica y mágica de un gallego clásico pero no sé si José Blanco cree en meigas y santas compañas. Lo que está claro es que él ha dado el campanazo mediático con su operación de cataratas.
Y quizás marque tendencia. Una servidora, sin ir más lejos, está pensando en copiarle. No para alcanzar la Moncloa sino una vida liberada de gafas, lentes de contacto o mal rollito post-presbicia. Solo me detiene la duda de cómo conseguir, en el futuro, hacerme pasar por lista si no llevo gafas.
Dicen que Blanco prepara su salto al top ten del gobierno a partir de una mejora cuidadosa de su imagen, uno de cuyos episodios ha sido su operación de miopía, astigmatismo, cataratas y presbicia. Y me pregunto si ese razonamiento no será un ejercicio de discriminación hacia los usuarios de gafas. Si quitárselas mejora su imagen y la rejuvenece ¿está llamando viejos y mal encarados a quienes llevamos?