Machi de Troya
Uno de los males de la España cateta es juzgar el talento por las ideas de uno. ¿Se puede ser un fuera de serie y tener unas ideas que parecen indignantes? Yo creo que sí.
Personalmente estoy muy lejos de la demagogia de los Bardem y de algunas palabras panfletarias de Sabina pero me descubro ante una familia de cómicos, como le llamó Javier al recibir el Oscar, y ante uno de los mejores poetas urbanos que ha dado este país.
Por eso me parece tan deplorable la actitud de Toni Albà, el actor que incitó a no acudir al teatro donde actúa Carmen Machi en un papel tan soberbio y universal como Helena de Troya. La razón, según Albà, era que la actriz había firmado un manifiesto de intelectuales a favor de que Cataluña siga siendo España.
Es cierto que después rectificó sus palabras pero sonó a disculpa comercial pues Albà matizó que no irá a verla pero no invitaba a nadie a seguir sus pasos.
Por supuesto cada uno es libre de ir a ver una obra de teatro, una película o un concierto de artistas de “ceja”, de “werts” o de lo que sea pero avanzaría mucho la cultura española si algún día fuéramos capaces de reconocer lo bueno, aunque no sea “de los nuestros”.
Ya sé que solo esa diferenciación es idiota. Para mí, lo es. Por eso me enfadó tanto que hace unos días el actor Alberto San Juan dijera en Valencia que “no hay intelectuales de derechas porque o se es intelectual o se es de derechas”. Ese sectarismo -o su contrario- conducen a una mirada sesgada de la realidad y al desprecio del talento que piensa distinto. Y yo me pregunto: ¿lo importante no que piense aunque piense distinto?
Albà se pierde a una gran actriz. No seré yo quien le conteste, como Toni Cantó, que no es más que un mediocre hablando de una grande. Yo no me pierdo a nadie, rojo, azul o morado. Solo pido que haga buen teatro, buen cine y buena música. Y luego, que piense lo que quiera. Pago por su talento, no por coincidir conmigo.