De diez a ocho
Supongo que era el necesario pero a mí un recorte que se queda en pasar de diez a ocho me sabe a poco. Puestos a suprimir consellerías –o mejor dicho, consellers- yo hubiera dejado un mínimo imprescindible. Nada más.
Vivimos tiempos de restricciones que, para muchos, empiezan a asemejarse a los cupones descuento de economatos o a las cartillas de racionamiento. Así, pues, la actividad pública debería ir al compás. En especial, la vida política. No veo por qué debemos mantener las mismas estructuras cuando los tiempos vienen mal y más gente dedicada a la política no proporciona más beneficios colectivos. Antes, al contrario.
Eso significa que la economía “de guerra” exige gastos “de guerra”, como haría cualquier familia, inmersa en un proceso bélico. Yo solo dejaría, por ejemplo, un comité de crisis en Les Corts y otro, en el Consell. El resto, ya lo recuperaremos en tiempos de bonanza. ¿Acaso no nos están diciendo eso cada día? Ahora, a pagarse las medicinas. Ya volveremos a otra situación cuando haya posibles. Ahora, a restringir la luz en las calles por Navidad o los fuegos artificiales. Ya haremos más cuando tengamos de dónde gastar.
En ese mismo sentido ¿por qué ocho consellerías? ¿Por qué no dos, una como ministerio de Hacienda que nunca puede faltar, sobre todo ahora para hacer frente a las deudas, y otra, política, para el resto de la actividad?
Personalmente haría lo mismo con los grupos de Les Corts. Si son momentos difíciles ¿por qué no nos planteamos reducir el número de diputados? No. Eso no se lo plantean porque consideran que reduce la democracia. Se puede dejar en mínimos insufribles la aportación a discapacitados, a dependientes o a pensionistas pero reducir el número de nóminas cargadas al erario público no es planteable porque ataca la democracia. Podemos atacar la supervivencia de muchos pero no los privilegios de unos pocos. Es lógico. Son los que mandan.