Reconozco que la primera vez que lo vi me asombró, me desconcertó y me dio la risa floja. No es por ti, es por mí, les diría a los policías locales que han hecho el vídeo de Navidad, citando al clásico.

Creo que el problema es la educación recibida en mi infancia, según la cual la autoridad está reñida con hacer el indio, y salir cantando y moviendo las caderas en las escalinatas del Ayuntamiento tiene un toque sioux evidente.

Quizás por eso, entre los flashmob y los lipdub, yo me quedo con los primeros. Los flashmob son esas instantáneas que a veces se producen en estaciones de tren o en plazas públicas en las que decenas de personas, tras una imperceptible señal, comienzan a cantar, se quedan quietos o inician una guerra de almohadas.

En cambio los lipdub incluyen coreografías y playbacks por la universidad, el hospital o las oficinas donde uno trabaja. Personalmente me va más hacer de estatua que emular a Lady Gaga.

Sin embargo hay algo en el vídeo de la policía local que engancha, no sé si es la carencia de ritmo de alguno situado inexplicablemente en primera fila, el movimiento de melena estilo Carrá alternando con la cantante o la esperanza final de verles actuar en vivo en medio de una congestión de tráfico en Fernando el Católico.

Yo diría que es esto último lo que más me subyugó. Si hay célebres guardias que han hecho de la regulación de la circulación urbana todo un arte desde su peana, ¿por qué no esperarlo de estos artistas de uniforme? Tiene mucho mérito conseguir esa sincronización que tanto echamos de menos los automovilistas en cuanto se estropea un semáforo en la capital. ¡Son capaces de ir al unísono y hacer que fluya el flow! Ahora solo se trata de aplicarlo al ir y venir de coches en los atascos.

Eso sí, espero que para Reyes, hagan su propia versión del Paco, Paco, Paco con Miguel Domínguez en el papel de Beyoncé y dos municipales de singles ladies.

Enviado desde A377, Samarcanda, Uzbekistán.