Nunca me pareció mal eso de “más con menos”. Para mí, es un lema vital heredado de mi madre que acostumbraba –cuando aún hacía ella la compra- a llegar a casa explicándome lo mucho que se había traído con cuatro perras. “¡Y aún me ha sobrado!”, solía decir, orgullosa, para terminar su exposición.

Era una enseñanza de la postguerra, como la que viven muchos hoy aunque las trincheras estén en los mostradores de los bancos y en las oficinas de Hacienda.

Gracias a ella aprendí a comprar productos de temporada en el mercado,; a cocinar platos de cuchara, baratos y nutritivos; a aprovechar las sobras y a no tirar nada, salvo deterioro manifiesto e insalvable.

Por eso cuando escucho a los políticos el “más con menos” no me parece fuera de lugar. Lo que no entiendo es por qué ellos no se lo aplican si todos somos conscientes de que se puede dirigir un país con menos. Con menos políticos, menos fundaciones públicas, menos gastos de representación y menos personal a su servicio.

Al parecer quien lo quiere potenciar de nuevo es la consellería de Educación con lo que ha bautizado como “Club de Deberes” en el que jubilados y universitarios darán clases de repaso en los colegios para evitar el fracaso escolar. En el fondo es la forma de admitir el fracaso del sistema, pero eso no lo reconocerán nunca.

El nombre es molón porque parece algo así como una hermandad estadounidense, pero no se han dado cuenta del sentido perverso de esa expresión: deberes.

Imagino que juegan con el significado del escolar “hacer deberes” pero resulta paradójico que impongan un “deber” a jubilados y universitarios sin contraprestación alguna.

Eso es en toda regla un “más con menos”. Es una ONG al servicio de la Consellería. Es la vecina del quinto que ayuda al niño con las matemáticas. A cambio de nada. Pero ningún trabajo debe hacerse gratis. Y menos para suplir la falta de recursos con los que contratar a profesionales.

Enviado desde Región de Louga, Senegal.