Ayer, mientras escuchaba a Rubalcaba y su bucle dimisionario (Rajoy, dimisión; Rajoy, dimisión; Rajoy, dimisión), me entró una cierta congoja: ¿no será que esa fijación por que se vaya Mariano Rajoy responde a una pinza entre Rubalcaba y Esperanza Aguirre?
No me miren con esa cara. En política todo vale, incluso ser extraños compañeros de cama. ¿Acaso no recordamos la “pinza” entre Anguita y Aznar contra Felipe González? ¿Por qué no va a ser posible ese pacto antinatura?
No estoy diciendo que no sea lógica la reacción del PSOE pidiendo la cabeza del responsable del partido acusado de corrupción. Es normal. Entra dentro de su papel de oposición y la mordida (literalmente), en las de una oposición de negro futuro. Es el riesgo de la legislatura: que se resuma todo en “váyase, señor Rajoy”.
Lo que encuentro raro es que el PSOE se centre tanto en él. De ser cierto lo que dijo en su comparecencia (esto es, que todo es falso), esa fijación solo puede responder al miedo ante la mejoría económica y el fortalecimiento del liderazgo del presidente. De ser falso, no hay que buscar más razones.
En cualquier caso, esa estrategia socialista deja ver poca convicción. ¿Han calculado lo que sucederá si de verdad dimite hoy? O tienen unas encuestas que no creen poder remontar dentro de dos años o son unos suicidas. O sencillamente, no piden su dimisión esperando que les conceda el deseo sino contando con su negativa.
De ese modo, el mensaje para el resto de legislatura es el desgaste del presidente del gobierno. De ahí que me haya venido a la memoria Esperanza Aguirre. Como en las películas de misterio, para saber quién es el asesino, nada mejor que ver a quién beneficia el crimen. Y la salida de Rajoy beneficiaría más a algunos sectores del PP que al propio Rubalcaba.
De lo que no me cabe duda es de que hay mucho más que lo que se ve. Y no me refiero a los papeles sino al papel prensa.