>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

España, esa empresa

La protesta que ayer protagonizaron los guardias civiles en Madrid evidenció dos cosas: la primera, que un colectivo no necesita a los sindicatos apoltronados para defender sus derechos y, la segunda, que el voluntarismo es un plus en cualquier trabajo y no sustituye a la justa remuneración.

Las imágenes más curiosas de los últimos días en relación a las protestas laborales han tenido a los líderes sindicales como protagonistas. Primero fue la cara de circunstancias de Cándido Méndez mientras cientos de sindicalistas coreaban “Zapatero, dimisión”. Después, la de Toxo escuchando cómo los guardias civiles le gritaban “fuera, fuera” durante su concentración de ayer en Madrid.

Son dos estampas que insisten en lo mismo: la distancia entre quienes tienen exigencias laborales que hacer y los representantes de las estructuras creadas para reclamarlas. Mientras se pide un trabajo digno, se está rechazando a quien ha sido elegido para exigirlo. Eso no puede tener más que una conclusión: si se reniega de quien tiene asignada esa tarea es porque no la ha cumplido.

La segunda reflexión tiene que ver con el contenido de lo que estaban demandando los guardias civiles. Su protesta no es solo una reclamación laboral sino una evidencia de un tic demasiado presente en nuestro contexto. Cuando en una tarea se apela a valores elevados, sentimientos y grandes principios es muy común dar por hecha la implicación en el proyecto. Esa implicación minimiza, según algunos usos, la importancia de la remuneración.

Si alguien cree en lo que hace y hace suyo el objetivo, el trabajo ya no es solo trabajo. Es proyecto vital. De eso se han aprovechado todo tipo de entidades sociales, culturales y religiosas para explotar sin mala conciencia a sus colaboradores.

En el caso de los guardias civiles, no cabe duda de su lucha por España y su generosidad al estar dispuestos a dar la sangre. Todo por la patria, dice el lema. Sin embargo, esa entrega no elimina la justa remuneración que su trabajo requiere. Es más, si tuviera que pagarse un plus de peligrosidad y el riesgo en que viven los guardias civiles, como los militares, no habría fondos suficientes para compensarles.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


septiembre 2010
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930