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María José Pou

iPou 3.0

Desahuciar el lenguaje

Lo contundente es el hecho, no la palabra. Contundente es “te odio” o “estás despedido”, pero no es un problema del verbo sino de su utilización, tono y sentido. No es el signo sino el significado lo que hace que sea tan duro.

Por eso los políticos tienden a disfrazar una realidad espantosa con envoltorios retóricos y hablan de “efectos colaterales” para referirse a víctimas inocentes o “ajustes presupuestarios” cuando de lo que se trata es de recortar partidas.

El último caso de ese lenguaje políticamente correcto es el que conocimos ayer en el Gobierno de Castilla-La Mancha que ha ordenado no utilizar la palabra “desahucio” o “desalojo” en unos casos de viviendas sociales con impagos. Aunque luego ha aclarado que no van a tirar a nadie hasta averiguar si hay fraude o verdadera necesidad, la rectificación ha sonado a respuesta asustada ante la contundente reacción social. Ésta, sí, contundente.

Me pregunto cómo se le puede decir a una familia que va a ser desalojada y perder su casa sin apelar a que van a salir de la vivienda que habitan y quedarse en la pura calle. De hecho, estoy deseando conocer las columnas salomónicas de la verborrea política capaces de una ocurrente retorsión con tal de no decir pero decir y que no se entienda lo que sin duda ha de entenderse.

Yo propongo advertir del particular, con una lira, diciéndole a la familia, si es posible con música, que en breve su mundo y sus fronteras cambiarán/nunca más límites ni muros tendrán/conocerán la realidad del planeta entero/que mirarán, con ilusión, desde un nuevo agujero. O sea, lo que viene siendo “dormir bajo un puente”, pero con tal grado de adorno, querubines haciendo coros y políticos animando al protagonista a conquistar nuevas fronteras, que hasta apetece participar en la “patada y se acabó”, en boca de los “supertacañones”.

Estoy segura de que se refiere a esto Cospedal. Que encima crean que lo hacen por su bien.

Enviado desde Altanbulag, Mongolia.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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