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María José Pou

iPou 3.0

Fabra y Fabra

Entiendo que uno se resista a dejar un cargo si se considera inocente pero no sé si le compensa el desgaste que produce ese empecinamiento. El de Carlos Fabra, sin ir más lejos. Se quejaba estos años de acoso mediático porque resultaba difícil de entender que, a pesar de todos los indicios, se mantuviera y lo mantuvieran en primera fila. Ayer, en cambio, se alegraba de poder defenderse después de tanta especulación de alguna “gentuza”. Especulación que pudo evitarse o, al menos, pasar a segundo plano si no hubiera estado al frente de la Diputación o de Aerocas.

Cuando vemos, además, cómo en otros países de nuestro entorno una simple multa, una copia en tiempos de estudiante o una duda por pequeña que sea produce una renuncia inmediata, cuesta más comprender que en España esa reacción sea anecdótica y casi histórica cuando se produce.

La renuncia, salvo que sea como Berlusconi, un acto suicida al exponerse a la acción judicial, ennoblece a quien la presenta. Si está limpio, no desmerece en nada su actitud. El problema es que el inocente debe tener paciencia, lo que resulta complicado cuando se ve sometido al escarnio público. Ahora bien, lo que debe sopesar es si ese escarnio se reduciría si en el minuto uno tras conocerse el caso sale de la escena pública y se pone a disposición de la justicia.

Si en lugar de eso vemos cómo aparece no reprochando a todos las acusaciones; negando con malos modos; insultando a quien cuestiona lo que los jueces cuestionan o considerándose un perseguido porque, habiendo indicios, hay quienes quieren saber la verdad, la conclusión solo puede ser mala para él. Con él, además, va el partido. No hay más que ver cómo ha minado la confianza en el presidente Fabra que no actuara sobre el otro Fabra. Por su propio beneficio un partido debería apartar a quienes se ven implicados y eso sitúa el momento de la decisión mucho antes de la fijación de una fecha para el juicio.

Enviado desde Chinguetti, Mauritania.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.