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María José Pou

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El tunning ideológico

En política rige el tunning ideológico, esto es, la adaptación personal y circunstancial de las posiciones que uno adopta. El ejemplo más claro lo tenemos en Zapatero que ayer mismo, en Nueva York, justificó sus giros fiscales con la frase: «Las posiciones fundamentalistas conducen al fracaso».

La cuestión es cómo definir «fracaso» pues de lo que no hay duda es de que no adaptarse a lo que dicen las encuestas puede llevar al fracaso electoral. Si uno no cuida los mensajes seductores a los de derecha e izquierda, es imposible que amplíe el número de votantes. Si es eso lo que piensa Zapatero resulta comprensible su preocupación. El problema, sin embargo, es establecer el fino límite entre coherencia y fundamentalismo.

La frase, que debería estar esculpida en el frontispicio de la sala de prensa de Moncloa, revela una perspectiva interesante para evaluar a los tránsfugas. ¿Es fundamentalista quien exige a su partido coherencia con sus propios principios de forma que, si no se da, se marcha a otro?

Ese comportamiento está considerado como el del tránsfuga y, en efecto, lo suele ser porque los partidos no cambian de forma radical y, sobre todo, porque así lo indica su posición de privilegio tras el apoyo a otra formación. Los únicos tránsfugas que merecen respeto son aquellos que se cambian de grupo sin obtener nada a cambio. Una especie ilusoria, sin duda.

Por eso me llama la atención el doble rasero que el PSPV utiliza para sus militantes. Si quieren presentarse a las primarias, como Asunción, no admiten avales de no afiliados, pero si quieren ser candidatos, como en Benidorm, sí aceptan e incluso proponen a alguien que se dio de baja. Todos sabemos cómo lo hizo y el camelo que nos quieren hacer colar, pero al margen de la tomadura de pelo a la ciudadanía, la disfunción en el criterio empleado es notable.

En resumen, para el PSPV un ex militante no puede avalar a un posible candidato pero sí ser candidato. No puede apoyar a alguien para representar al partido pero sí puede representarlo ante los ciudadanos. Es, cuanto menos, curioso por no decir incoherente. Será que soy una fundamentalista.

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políticos

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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