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María José Pou

iPou 3.0

El correo de Torres

Estoy empezando a preocuparme. Miedo me da que Diego Torres entregue al juez un correo en el que Urdangarín me consulte si cambia la marca de papel higiénico de Pedralbes o no y yo le conteste que sí, que ya es hora de dejar el del elefantito, que ya no se fabrica y, además, fomenta el consumo de Hemoal.

No tiene más que mandárselo al juez y ya me veo desfilando en la pasarela otoño-invierno “Penal Fashion Week” de Palma.

Luego lo medito y me tranquilizo, sobre todo pensando en que jamás he cruzado palabra con el Duque. Con ningún duque, diría yo. Ni palabra ni correo ni nada de nada. Mucho menos convertida en asesora de periféricos sanitarios. Válgame Dios.

Pero lo veo tan decidido, con ese pozo sin fondo que es el disco duro de su ordenador o su cuenta en Hotmail, que me temo lo peor. Espero que, al menos, esté pagando un plus por ocupar demasiados megas de la memoria del servidor.

Lo que no me explico, como decía una amiga mía, es por qué el juez no se harta de ese goteo y exige a la policía que le lleve el ordenador de Torres o todos los archivos guardados.

Es verdad que no puede acaparar todos sus mensajes si éstos no tienen relación directa con el caso porque podría vulnerar la privacidad sin motivos. Ahora bien, lo que hace Torres con los emails me recuerda a otras técnicas dilatorias que, en el fondo, dificultan la investigación o, al menos, la conducen por donde quiere el acusado y en el momento en que quiere él, no por donde dice el juez y de la forma que él indica, cuando es a él a quien le corresponde dirigirla.

Si en Torres hubiera intención de colaborar no se produciría este sinvivir. El ex socio hubiera hecho entrega de los correos al juez en el primer momento y punto. Sin embargo, este amagar con que hay más, con que puede implicar más arriba o con que lo que tiene es peligroso, solo indica que quiere presionar a la Casa Real aunque ello signifique obstaculizar la acción de la Justicia o ralentizarla. Una actitud, por cierto, que debería tener consecuencias penales por el coste que nos supone a todos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.