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María José Pou

iPou 3.0

Terrazas vacías

Siempre que llega el verano y la prensa madrileña habla de cómo abren las terrazas en la capital, pienso en lo afortunados que somos en Valencia. Aquí podemos sentarnos en una terraza prácticamente todo el año. Empezamos en Fallas con la cervecita mascletera y solo nos levantan en días de lluvia, frío y viento. Todo junto; no piensen que flaqueamos.

Por eso me encanta que Valencia recupere espacios para sentarse y dejar pasar las horas ya sea con el aperitivo, con el café de sobremesa o con la horchata vespertina. Pocas cosas relajan y nos reconcilian más con el mundo como estar con los amigos, sin mirar el reloj, sentados en una terraza.

Así entiendo yo las reclamaciones de los hosteleros del Paseo Marítimo en relación a la Ley de Costas. El valor añadido de sus terrazas es magnífico, difícilmente sustituible y va más allá de lo comercial. Es un plus de bienestar no solo para el turista sino también para el autóctono.

Desde ese punto de vista, me he entretenido estos días mirando el proyecto y la maqueta que han presentado a la Demarcación de Costas para renovar los restaurantes. Una propuesta luminosa, de espacios abiertos y con cierto toque chill out que ya existe y que debería potenciarse. En una palabra, me gusta el cambio; me encanta el Paseo Marítimo y disfruto llevando allí a gente de fuera para que aprendan el significado de “saber vivir”.

Sin embargo, cuanto más miro la maqueta, más me viene a la cabeza el Mercado de Colón. Es uno de mis espacios preferidos para dejarme bendecir por el Hermano Sol en primavera y para pecar con algún farton acompañado del jugo de la Hermana Chufa en verano.

O era. Desde que los ahogaron con alquileres imposibles, aquello ya no es lo mismo, aunque se presentara como el gran símbolo de la recuperación de la ciudad y habitat natural de la propia alcaldesa. Quizás lo veamos morir. De nuevo. Y será una enorme pérdida. No hablo solo de sentimientos sino de dinero. ¿Para qué tanto gasto? ¿Para ver ahora una estructura vacía? De acuerdo a la renovación de los chiringuitos, pues, pero que sean viables también en el futuro.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.