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María José Pou

iPou 3.0

El pajarito chiquitico

Cada vez que la presidenta argentina, Cristina Fernández, habla al pueblo hace mención de “él” y mientras lo hace, mira al cielo, entorna los párpados y los incondicionales creen ver una lágrima en sus ojos. Es lo mínimo. Él es Néstor. Allá no se requieren notas al pie que expliquen quién es. Eran K&K y, ahora que él no está, su viuda sigue explotando el tándem no sea que por sí misma pierda misterio y credibilidad. En una palabra, o más bien una letra, teme pasar de ser K a Q y resultar cuestionada.

En estos días de campaña hemos visto lo mismo en el sucesor de Hugo Chávez que se refiere a “él” cuando se dirige a los venezolanos. En su caso no es el viudo pero como si lo fuera. Ejerce de tal. Es el vicepresidente coronado por el agónico líder bolivariano, aún con vida por entonces. Combina la referencia a “él” con afirmaciones de un acentuado sabor totalitario.

“Ellos”, Néstor y Hugo, son los presidentes difuntos más presentes en la política sudamericana después de Bolívar o San Martín. Y, a veces, parece que más.

Su mención constante es una suerte de conjura con la que pretenden hacerlos presentes. Solo les falta terminar la frase con un “manifiéstate, si estás aquí, háznoslo saber”. Y que se caiga un foco del escenario para terror de las masas.

No será por falta de referencias a reencarnaciones mágicas, como la última con la que nos ha obsequiado Maduro en una estrategia electoral de libro. De manual psiquiátrico, sin ir más lejos. Es el “pajarito chiquitico” con el que dijo haber intercambiado un silbidito cual Pepito Grillo.

A mí me recordó esa canción de Los Tres Sudamericanos sobre el pájaro chogüí, una leyenda guaraní, y puede que también a muchos convencidos de la posibilidad real de reencarnarse en avecilla inspiradora.

Decía Maduro que había dado vueltas sobre su cabeza y me pregunto desde entonces con qué se pegó el golpe. No quiero ni pensar qué diríamos si Rajoy dijera que Fraga se le ha manifestado desde el buda del chino al que acude a cenar o si Rubalcaba hiciera lo propio con Pablo Iglesias en forma de paloma picassiana de la paz.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.